Nora FRANCO MADARIAGA
Opera

Impecable Leonora

Mil y una noches de ópera disfrutando del buen hacer de ABAO, que llega a este impresionante número con “Fidelio”, única ópera de Beethoven, escrita a caballo entre el clasicismo y un incipiente romanticismo; una obra difícil pero clave en la historia de la música que sirve quizá de alegoría para esta celebración.

Y para esta ópera tan compleja, un elenco prácticamente desconocido. Elena Pankratova, en el papel de Leonore, actuaba por primera vez en el escenario bilbaino ofreciendo una voz con mucho cuerpo y volumen, bien coloreada tanto en el registro medio como en el agudo a la que, tristemente, le faltó transmisión. Igualmente bella la voz de la también debutante Anett Fritsch, con una emisión clara pero carnosa que lució con acertado fraseo.

En cuanto a los papeles masculinos, hay que destacar el trabajo de Holecek como Don Pizarro, con una vocalidad grave y profunda pero muy bien dibujada que, junto a unas algo forzadas pero innegables dotes interpretativas, le convirtieron en uno de los más aplaudidos de la velada.

También fue bien acogido por el público Mikeldi Atxalandabaso, que cantó con ese inconfundible timbre brillante al que nos tiene acostumbrados, aunque sobresaliese en exceso en algunos momentos. Eglis Silins, sin embargo, pasó desapercibido pese a su canto elegante y sin artificios.

No tan acertada fue la elección del tenor Peter Wedd para el rol de Florestan, correcto pero escaso de volumen y poco convincente tanto en canto como en expresión, por mucho que se le observasen notorios esfuerzos por llegar al público. Algo similar ocurrió también con el bajo Faveyts, quien demostró voz flexible y de intachable técnica pero muy limitado por una actuación estática e inexpresiva.

Bien es cierto que esta falta de emoción fue algo generalizado por lo que seguramente sea achacable a la dirección escénica o, más probablemente, a la dirección musical de Juanjo Mena, que ofreció una versión blanda y poco coherente que no invitaba a la expresividad, muy alejada del Beethoven prerromántico de la 5ª sinfonía, contemporánea de la versión definitiva de la ópera pero que, al contrario que sobre el escenario, lució de forma espectacular en la BOS, dejando para el recuerdo una versión impecable de la obertura Leonora.