Maite Ubiria
Periodista
IKUSMIRA

«Devuelve el dinero», consigna insurreccional

Rends l'argent» fue la consigna que, propagada a través de redes sociales, persiguió a François Fillon durante la campaña más amarga, la que le encumbró en los sondeos para arrojarle luego a los pies de los caballos. Un lema que más que decirse se escupe y que, sobre la tierra contaminada de abusos y privilegios, funciona como catalizador de una cólera popular largamente larvada en solitario.

El eslogan salta de pared en pared, de un acto público a una camiseta. Aquel «Rends l'argent» malogró la primavera del aspirante de la derecha, y con el PS sumido en el ajuste de cuentas interno tras el abandono de Hollande, se convirtió en la banda animada de otra elección fallida. Partido Le Pen-Macron. A eso se le llama, en lengua francesa, elegir entre peste y cólera.

Volver atrás ayuda a entender el terreno minado de descontentos y de fallas profundas sobre el que Macron tomó el poder para construir en tiempo récord un despotismo sin complejos.

«Rends l'argent» reaparece en la pared de la sede parisina de un banco tras una de las protestas que han incendiado durante el último mes la capital, ocupado las carreteras y nublado la vida política.

La banca multinacional gala y las grandes empresas que cotizan en el CAC 40, soltarán la limosna para que el presidente que eligieron pueda tomar aire, mientras completa el truco de tesorería. Como si en el fondo todos dieran por sentado que el pulso político volverá a alterarse hoy, mañana o cualquier día, cuando alguien, en cualquier espacio, vuelva a espetar al inquilino de palacio: «Rends l'argent».