Àlex ROMAGUERA
RESPUESTA AL JUICIO CONTRA EL INDEPENDENTISMO CATALÁN

MURALLA HUMANA CONTRA EL «JUICIO A LA DEMOCRACIA»

MILES DE PERSONES CONVOCADAS POR LAS ENTIDADES SOBERANISTAS COLAPSARON LA GRAN VÍA DE BARCELONA PARA DENUNCIAR LA CAUSA DEL SUPREMO Y REAFIRMAR QUE LA AUTODETERMINACIÓN ES LA LLAVE PARA ENCAUZAR EL CONFLICTO POLÍTICO.

«Organizar un referéndum no es delito, votar no es delito, decidir no es delito, movilizarse no es delito». Así rezaba el manifiesto de la marcha convocada ayer en Barcelona. Son los mismos términos en los que se expresaba Oriol Junqueras ante el Tribunal Supremo el miércoles pasado: «votar no es delito; impedir por la fuerza que la gente vote, sí». La declaración del líder de ERC invocando al referéndum del 1 de octubre estaba aún fresca en la memoria colectiva del pueblo catalán. Ayer esa idea ejerció de catalizadora de la marcha, como lo hicieron las fotografías de los presos políticos que están siendo juzgados en Madrid, junto a las de los exiliados y los represaliados.

Como en las grandes citas de los últimos años, una multitud volvió a colapsar ayer la Gran Via de la capital catalana. Era la primera de una serie de marchas con las cuales la Assemblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural quieren responder al juicio contra los líderes independentistas y encauzar así la indignación con una demostración de fuerza. Y es que, pese al tradicional baile de cifras –la Guardia Urbana fijó en 200.000 personas el número asistentes, mientras los convocantes lo elevaron a medio millón–, el 16 de febrero de 2019 se cuenta ya entre las fechas de referencia de las grandes movilizaciones del pueblo catalán.

Boomerang

La marcha de ayer reunió todos los ingredientes propios de la encrucijada histórica en que se encuentra la política y la sociedad catalanas. Apenas se hizo referencia a las nuevas elecciones convocadas por Pedro Sánchez el 28 abril, pues en la cita subyacía algo más sustantivo: el compromiso de una mayoría de catalanes para levantar, pese a la causa del Supremo y los retrocesos democráticos que provienen del Estado, una República independiente y garante de los derechos sociales.

A cada recuerdo para los presos y exiliados se añadieron llamadas a la «unidad republicana» y a «convertir la ciudadanía en un agente activo en favor de la libertad».

Algunas voces utilizaron el símil de la «muralla humana», en referencia a las palabras del fiscal del Supremo, Fidel Cadena, que en su alegato de acusación afirmó que el 1-O «murallas humanas» se abalanzaron contra los cuerpos policiales cuando estos irrumpieron en los colegios para retirar las urnas. «Somos una muralla, un frente contra el odio, el fascismo, la xenofobia y la intolerancia», le respondió Gabriel Rufián, diputado de ERC en el Congreso.

También Elsa Artadi, portavoz del Govern, y Natalia Sánchez, diputada de la CUP, se valieron de ese concepto como metáfora para dibujar el «dique de contención» que emerge en Catalunya con el fin de resistir a la vulneración de derechos que sufren los sectores populares y la disidencia política.

Sobre esta involución hablaron igualmente los líderes de la ANC, Elisenda Paluzié, y de Òmnium Cultural, Marcel Mauri, según los cuales «la autodeterminación no puede ser nunca un delito, pues es un derecho inalienable para las personas y los pueblos».

A estas intervenciones le siguieron las de las entidades que habían secundado la marcha, entre ellas el Consell Nacional de la Joventut de Catalunya, Escoltes Catalans, Lafede.cat, la FAPAC, la Associació de Municipis per la Independència, CIEMEN, Novact, la Plataforma per la Llengua, Unió de Pagesos, la Intersindical-CSC y el sindicato de maestros USTEC. Cada entidad puso énfasis en los efectos que las políticas austericidas y la falta de soberanía causan en sus respectivos ámbitos. Ivet, en nombre de los Comités de Defensa de la República (CDR), insistió en que la desobediencia civil y la movilización son los principales arietes para combatir la regresión democrática. Por su parte, Isaac Izquierdo, portavoz de la Coordinadora 25-S de Madrid, añadió que la solidaridad también es un antídoto para frenar a la extrema derecha y que debe servir para preservar los derechos básicos en el conjunto del Estado.

De España a la autoestima

Centenares de juristas desfilaron agrupados bajo una pancarta que denunciaba el «#Juicio farsa». En general, la marcha ratificó el horizonte de democracia y libertad con el que una amplia mayoría de catalanes y catalanas se ha comprometido durante estos últimos años.

Quizás por esto, la marea humana transcurrió desde plaza España, habitual punto de encuentro del unionismo, hasta la plaza Universitat, dónde el 3 de octubre –dos días después del referéndum– se vivió una de las movilizaciones más impresionantes contra la represión organizadas en Catalunya. Con este recorrido el independentismo quiso recordar su objetivo político y, al mismo tiempo, mostrar a ojos del Estado y la Unión Europea su fortaleza ante el calendario que se vislumbra a corto y a medio plazo.

En este sentido, las organizaciones apelaron a la huelga general impulsada por la Intersindical-CSC que tendrá lugar el próximo jueves, día 21, en la que se va a exigir la derogación de la reforma laboral, la libertad de los presos políticos y una solución democrática para Cataluña que pase por el ejercicio de la autodeterminación.

Este ciclo de movilizaciones continuará el 16 de marzo con una marcha en Madrid ante el Supremo, y en paralelo, con concentraciones que, bajo el lema «Europe, make a move!», la ANC realizará en 27 ciudades de diez estados europeos para internacionalizar sus demandas y denunciar la causa penal. Todo con el fin de relanzar la lucha por la independencia.

Jordi Cuixart, líder encarcelado de Òmnium, escribió ayer por twitter durante la manifestación: «Séneca le dijo a Nerón: tu poder radica en mi miedo; y si yo ya no tengo miedo, tú ya no tienes poder». Un mensaje que resume el empuje y la autoestima que ayer revivió el independentismo catalán.