Raimundo Fitero
DE REOJO

Prohibir

Tengo el día entorrijado, me viene chistes idiotas, dudosamente correctos. Tuve el deshonor de seguir algunos minutos el debate que TVE ofreció a seis bandas y todavía resuena en mis zonas blandas la cara, el rictus, el odio, la mala leche de las dos damas de la derecha en celosía plástica, Álvarez de Toledo y Arrimadas. La primera es de una soberbia clasista, como si fuera ella sola presidenta de un juicio contra los políticos catalanes, ponente única de un tribunal de los malos modos y madame de un prostíbulo borbónico. Lo de Arrimadas es un poco más barato, parece criada en un cuartel, la sobrina de un cura sospechoso, superadora de una adicción común. Ambas dan miedo por su agresividad y falta de empatía política, humana y feminista.

De los otros cuatro participantes, tengo dudas razonables. Soy muy fan de Rufián. Y estuvo moderado. El tractor de Esteban sigue arando a favor de TAV, Montero, la que le hace las cuentas a Sánchez, anduvo irregular. Montero estuvo muy inspirada. Y el moderador, muy bien. Es el primer debate de cierto fuste y obtuvo casi dos millones de audiencia. Vamos echando cuentas. Porque cuentas son las que hacen en Atresmedia tras la decisión de la Junta Electoral de prohibir la presencia de Vox en un debate a cinco, lo que ha hecho, que en estos momentos el debate a cuatro se traslade a TVE. El debate sobre el debate. Lo de siempre, la parte y el todo.

No acabo de entender cómo se puede prohibir un debate electoral en una emisora privada, aunque necesita concesión ministerial para emitir, como todas. Una cosa es lo obligatorio y otra lo voluntario. ¿No puedo discutir con mi primo de política donde me dé la gana? Deben buscar eso. Y discuten sobre el sexo de esta prohibición. ¿Sirve a Vox o le invisibiliza? Le ayuda en su impostura victimista.