Irati Jimenez
Escritora
JO PUNTUA

Periferia

Hace cuatro años viví por primera vez unas elecciones municipales y forales en Nafarroa. Llevaba pocos años viviendo aquí y estaba empezando a entender qué querían decir quienes veían paternalismo en la manera en la que los vizcaínos «admiramos» la navarridad o los que me decían «ya verás, comprobarás que no hay la misma distancia de Iruñea a Donosti o de Donosti a Iruñea».

Tenían razón. A Bizkaia le gusta más admirar Navarra como una idea abstracta que seguir su ejemplo político, que los últimos cuatro años ha posibilitado, por ejemplo, un gobierno liderado por EH Bildu en el Ayuntamiento de Iruñea. Tampoco se equivocaban en lo de la desigual distancia kilométrica entre el marco incomparable y la antigua capital del reyno. Lo normal cuando tienes que quedar con alguien que vive en Gipuzkoa es que terminen diciendo «la próxima vez que vengas». Es posible que nunca me haya encontrado con alguien –y digo nunca– que diga «la próxima vez que vaya».

Pero quizá ningún ejemplo sea tan elocuente de hasta qué punto necesitamos revisar nuestra idea de centralidad de país quienes hemos nacido en Bizkaia y Gipuzkoa como el ejemplo que trajo a colación un amigo de Gasteiz esta misma semana. Lo escuchó en una tertulia de ETB mientras se le atragantaba la siesta de pura indignación. Normal. Después de todo, no es fácil escuchar que los excelentes resultados que le auguran las encuestas a EH Bildu en Araba tienen que deberse a que los últimos años se han ido a vivir allí muchas personas de Gipuzkoa o Bizkaia.

Esperemos que la semana que viene, cuando las urnas nos digan dónde estamos las vascas y los vascos, con qué proyectos nos identificamos y quiénes lideran en este momento los proyectos de transformación social, todas y todos tomemos notas con humildad, que examinemos el país y veamos qué percepciones sobre nuestra propia periferia tenemos que reexaminar. Lo digo desde la periferia, con cariño, con los dedos cruzados, esperando lo mejor y preparada para lo peor.