Nora FRANCO MADARIAGA
Opera

Hipnótica Lucia

Daba comienzo la nueva temporada de ABAO el pasado sábado con renovado empuje (nueva imagen de marca, nuevos objetivos internacionales…) pero con el mismo empeño de siempre por llevar las mejores producciones de ópera al escenario.

El título escogido para iniciar la temporada fue Lucia di Lammermoor, una maravillosa obra de Donizetti que aún hoy sorprende por su audacia, innovación musical y dificultad técnica; una ópera sin duda muy conocida y representada que, sin embargo, sigue deleitando con su deliciosa música y asombrando por lo actual de su trasfondo.

Y la elegida para dar vida a esta compleja Lucia no podía ser otra que la soprano Jessica Pratt, quien ya nos ofreció en su concierto Delirio un aperitivo de lo que podía ser su interpretación de la dama escocesa. Pero no por advertido fue menos impactante. La naturaleza y vocalidad de esta aclamada cantante australiana sobrepasan cualquier expectativa, recreando el papel en su agudísima tonalidad original con una facilidad, delicadeza, carnalidad y realismo que rayan en lo sobrehumano, pasando de la más fina y ágil coloratura al más expresivo y corpóreo fraseo, dando sentido a su trágico papel con innegables teatralidad y sentimiento. Pratt interpretó su agotador papel de forma impecable pero donde lució todo su potencial fue en la famosísima escena de la locura, donde su voz, a dúo con la inusual armónica de cristal, sobrecogió al público en una especie de hipnótico trance.

Y, aunque la actuación de Jessica Pratt merecía punto y aparte, sus compañeros de reparto estuvieron a la altura de semejante interpretación. El tenor jerezano Ismael Jordi lució su voz brillante y cálida con exquisita línea de canto como Edgardo, encarnándolo con enorme sensibilidad, formando un personaje profundo y absolutamente creíble, sin padecer en absoluto en los agudos de una partitura endiablada, pero mostrándose rotundo también en la zona más grave, con un precioso color, que provocó la ovación del público en su desgarradora escena final.

Del mismo modo destacable la actuación del barítono Juan Jesús Rodríguez, tan intachable en la interpretación del mezquino Enrico que a duras penas se conseguía olvidar el desagrado que provocaba el personaje para poder aplaudir –muy merecidamente– el canto profundo y redondo del onubense, que demostró tanto potencia como sutileza en una voz cargada de matices.

El bajo Marko Mimica también convenció, como viene siendo habitual, con su voz oscura y aterciopelada, siempre a las órdenes de Riccardo Frizza, quien desde el foso no dejó escapar de su control una sola nota, encontrando el equilibrio perfecto entre foso y escenario y dejando el listón altísimo para la temporada que comienza.