Fede de los Ríos
JO PUNTUA

Primates vs. gorilas

Hoy Latinoamérica celebra el Día del Orgullo Primate por el 170 aniversario de la publicación de “El origen de las especies” de Charles Darwin, que refutó la supuesta intervención divina en el origen de las especies animales en general y de la humana en particular; acción relatada por Dios en la Biblia de las tres sectas abrahámicas. La palabra de Dios era mera verborrea del Verbo que aunaba y daba forma, en un solo relato, a un conjunto de supersticiones arcaicas.

En la misma Latinoamérica, una autoproclamada presidenta con apoyo de los gorilas de uniforme en lo que, hasta hace poco, la ciencia política denominaba golpe de Estado y ahora, los medios llamados de comunicación, califican como «invitación a dejar el Poder»; esa restauradora de la democracia entra en sede presidencial al grito de «Dios ha permitido que la Biblia vuelva a entrar al Palacio. Que Él nos bendiga» para, después de lloriqueos, exclamar «¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios!». La ferviente católica y hermana de un pastor evangelista ya anunciaba maneras en la lucha contra Satán y sus aliados indígenas y socialistas: «Un cristiano no apoya a un partido político cuyos integrantes por esencia son ateos y adoran falsos dioses», «¡Qué Año Nuevo Aymara ni lucero del alba, satánicos, a Dios nadie lo reemplaza!».

No le faltan razones a la rubia Jeanine. 500 años de civilización cristiana y estos pendejos de indios medio negros, apenas el 63% de la población, apegados a su cultura indígena, venerando a la Pachamama y emitiendo sonidos guturales en aymara, quechua o guaraní con la whipala como bandera. El satánico Evo, gracias a los votos, tuvo la osadía de arrebatar a la Iglesia Católica su estatus oficial: «El Estado respeta y garantiza la libertad de religión y de creencias espirituales, de acuerdo con la cosmovisión de cada individuo. El Estado es independiente de la religión» (Art.4 Constitución); amén de reducir la pobreza, mejorar la atención sanitaria y propiciar la alfabetización. Cosas contrarias a Dios y al Tío Sam (que viene a ser lo mismo).