Itziar Ziga
Escritora y feminista
JOPUNTUA

Pobrecicos señoros

Un escritor cincuentón presumía en la tele francesa de perder el interés sexual en sus amantes cuando alcanzaban los dieciséis años. Recibió todos los halagos, los honores de Estado y una pensión excepcional. En 1993 publicaba el relato de uno de sus idilios pederastas con «la niña de sus ojos», literal y vomitivamente. Ella se llama Vanessa Springora y acaba de publicar su versión de la historia llamada "El consentimiento". Ella busca justicia social para todas, él la acusa de querer hundir su sacrosanta reputación. Los hombres tienen reputación, nosotras simplemente somos unas putas. Hay que empatizar con el dios señalado, no con esa zorra violentada por él que lo señala. Como la mujer del cesar, sobre todo hay que parecer una bientratada por los hombres. La expresión que más repiten estos machos revueltos es caza de brujas y Polanski va más allá, dice que las brujas al menos tenían derecho a juicio. ¡Sabéis, pedazo de cretinos, que las brujas, millones de mujeres pobres, fueron torturadas y quemadas vivas en hogueras!

También lamentan estos señoros que el feminismo esté acabando con la liberación sexual. Cuando ellos hablan de liberación sexual, hay que traducir: todos los orificios ajenos disponibles para nuestras pollas, sobre todo por los que todavía no haya pasado nadie. Así me lo contaba Pau, recordando entre la risa y la furia su experiencia en una comuna en Barcelona a principios de los 80: «si no te abrías de piernas cuando querían ellos, te llamaban pequeño-burguesa. Aprendí por la fuerza a decir no». Increíble que presuman de libertad sexual en un Estado como el francés, que casi no logra legalizar el matrimonio gay. Creo que ninguna sociedad estamos para presumir de liberación sexual, sobre todo porque la libertad es contagiosa, conectiva, generosa. No existe liberación sexual colectiva mientras persistan el patriarcado y su cultura de la violación.

Arranca el juicio contra Weinstein: buscad los testimonios de Lupita Nyong'o y Salma Hayek. «Los hombres acosan sexualmente porque pueden. Y las mujeres estamos hablando porque, en esta nueva era, por fin podemos hacerlo» afirma Salma, irrandiándonos a todas.