Itziar Ziga
Escritora y feminista
JO PUNTUA

¿Y el racismo «pa» cuándo?

El mundo se asombra ante el abrazo y el buen rollo evidente de dos mujeres que acaban de actuar juntas durante catorce trepidantes minutos. Le he puesto a mi hermana el vídeo íntegro y hemos terminado las dos llorando de la emoción, como dos bobas, porque lo que transmiten Shakira y Jennifer Lopez es precioso, potentísimo, conectivo, si te dejas llevar por ellas y no por tus prejuicios aprendidos, claro. Vaya par de jamelgas, ¿por qué iban a ser rivales? Hace igual veinte años, otra pedazo mujer a la que se mira con misógina lupa llamada Penélope Cruz, respondió a su enésimo linchamiento mediático con una frase clarividente: hay que tener ganas de creer.

Cuando algún idiota me suelta lo de que las mujeres somos unas cabronas entre nosotras, le contesto, ¿para qué voy a competir con otra mujer si puedo follar con ella? Como el machismo se repite más que el ajo, a una le permite pulir la réplica perfecta, con la que más agustito se queda ante tanta redundante impertinencia. Chicas, probadlo: deleitaros afinando las mejores respuestas al machismo. Y cantad a gritos “Las histéricas somos lo máximo” con Liliana Felipe y “Rata de dos patas” con Paquita la del Barrio. Y no transitéis este mundo sin follar con otra tía.

Jennifer López y Shakira son reincidentes en que el público blanco, algunas feministas blancas incluidas, vea en ellas la encarnación del patriarcado: cuánto me duele siempre que se nos acuse a las mujeres de provocar nuestra propia opresión. Que si hembracas, que si eligen mal a los hombres, que si sumisas, que si se autocosifican, que si van semidesnudas, que si se menean impúdicamente, que si enganchadas al amor romántico, que si rivales… y ahora también se las acusa de imponer un ideal de madurez físicamente inalcanzable para el resto de las mujeres. El decálogo de prejuicios racistas hacia las latinas lanzados contra ellas dos, vaya.

Mientras tanto, esa maravillada llamada Chenta Tsai Tseng A.K.A. Putochinomaricón, nos grita: I’m not a virus. ¿Y el racismo, «pa» cuándo nos lo miramos?