Nerea Arregi Topas
BiziLagunEkin, plataforma de donostiarras preocupadas por el modelo de turismo
GAURKOA

En Donostia, la tasa turística no es la solución

Se llama tasa turística a la cantidad que los turistas deben pagar en algunos territorios a las administraciones locales por cada noche que pasan en un hotel o alojamiento. El dinero recaudado suele dedicarse a la promoción del turismo y al cuidado de lugares y elementos de especial atractivo turístico, para su mantenimiento y hacer durable su explotación.

La tasa turística no soluciona la turistificación de ciudades y territorios. No ha sido así en los lugares donde se ha aplicado esta medida, en sus diferentes modalidades, y no será así en Euskadi, Gipuzkoa y Donostia.

Catalunya y Baleares son los únicos territorios del Estado español que tienen tasa turística. Los turistas pagan una tasa de entre 1 y 4 euros por noche de alojamiento. A la vista está que no ha acabado con los problemas de turistificación de estos lugares. En Europa, ciudades y territorios de 21 países aplican medidas similares. Algunas veces se paga una cantidad fija por noche; otras, un porcentaje del total de la factura del alojamiento. En Roma, hoy en día, está en vigor una tasa de 7 euros por noche.

Desde distintas instituciones llevan meses trabajando en el tema de la tasa turística y llevando a los medios sus intenciones, voluntades y rumores. Aun así, no se les está haciendo fácil llevar a la practica el supuesto consenso que hay sobre el tema. De hecho, las diferencias de criterio entre administraciones se concentran en dos puntos: quién debe recoger y gestionar el dinero recaudado mediante la tasa y a qué fin se deben destinar esos ingresos. En otras palabras: por qué y para qué implantar la tasa turística.

Como siempre, hemos sabido por los medios que están trabajando con «el sector». Llaman «el sector» al sector de empresas e inversores con intereses económicos en el turismo. No participan quienes sufren los daños de este modelo de turismo omnívoro. No participan las asociaciones vecinales, los sindicatos o los movimientos sociales que trabajan el tema. Colaboran sí, colaboran con quienes comparten la voluntad de crecimiento ilimitado del turismo y la turistificación de todo el territorio.

Donostia no puede acoger más turismo del que acoge hoy en día. El modelo de turismo y de ciudad imperante está causando daños en las condiciones de vida de las y los donostiarras. El aumento de precio de la vivienda está creando un efecto de expulsión masiva de la ciudad, especialmente de la población joven. La estructura económica de la ciudad está cambiando, aumentando el peso de las actividades ligadas al turismo; precisamente sectores donde la precariedad laboral pega fuerte (hostelería, hoteles, comercio y limpieza). La privatización del espacio urbano y la mercantilización de las actividades culturales están poniendo en peligro las redes comunitarias y la vida de los barrios. Atraer más turismo a Donostia no es la prioridad de las y los donostiarras. Es trabajar para intereses privados con recursos públicos. La tasa turística se utiliza a menudo para promocionar el turismo; y es por eso que nos oponemos a su implantación, si tiene como objetivo aumentar el presupuesto público destinado a tal fin. Sería una medida para acrecentar el problema, más que para solucionarlo.

La otra función que se otorga a las tasas turísticas es la de «cuidar» los puntos de interés turístico. Los entornos naturales, el patrimonio arquitectónico, los cascos antiguos, puertos etcétera sufren desgasten derivados las idas y venidas de turistas, los residuos y otros factores. Se dice que la tasa se destina a «arreglar» esos desgastes. Pero en la práctica, se destina a implementar infraestructuras (parkings, pasarelas...) alrededor de dichos atractivos o directamente a financiar servicios para turistas (puntos de información, paneles...). Los efectos nocivos más graves generados por el turismo masivo en la población local, ni tocarlos. Al fin y al cabo, el objetivo es garantizar la experiencia satisfactoria del turista y mantener abierto el camino al crecimiento turístico, no atender la situación de los habitantes locales.

Por lo tanto, la lectura de la plataforma BiziLagunEkin es clara. La tasa turística, tal como está planteada, no soluciona el problema. Es más, puede llegar a empeorarlo. Crea consenso entre las fuerzas políticas que abren camino a la turistificación, precisamente porque responde de pleno a su modo de actuar. La venden como una herramienta para tomarle la medida a la turistificación ante la ciudadanía, mientras siguen trabajando a favor del crecimiento turístico. A favor de esos pocos que se enriquecen a costa de las condiciones de vida de la mayoría. Es, principalmente, una herramienta para legitimar el crecimiento turístico.

Ya que nos tememos que conoceremos la implantación de la tasa turística, quisiéramos plantear una propuesta. Si se implanta, en lugar de llevar a decenas de políticos y amigos a Fitur, a pagar publirreportajes en medios extranjeros y a las campañas anuales de marketing, que se destine su recaudación a políticas sociales. Invirtámoslo en políticas para frenar la expulsión de donostiarras, en políticas para parar la emergencia habitacional, en garantizar condiciones dignas de trabajo, en proteger entornos de alto valor ecológico, en promocionar la vida de los barrios, en proyectos culturales de base... Esas son las preocupaciones y necesidades de quienes vivimos en Donostia y aquí queremos vivir. Y el atraer más turismo no traerá ninguna mejora, como hemos podido ver estos últimos años. Ha llegado la hora de tomar medidas hacia el decrecimiento turístico, y ante los mandatarios que no lo quieren ver, un grupo cada vez mayor de donostiarras está acumulando fuerzas en ese sentido.