Fede de los Ríos
JOPUNTUA

55 + 425 = 484

Hay que ver lo didáctica y pedagógica que está resultando la pandemia. Dice el consenso de los profesionales de la palabra televisada que, en momentos de adversidad, el ser humano acostumbra a sacar lo mejor de sí mismo. Añaden, además, que la necesidad agudiza el ingenio. Mis primeros instantes de confinamiento fueron, no de angustia, pero sí de preocupación por el sufrimiento propio y ajeno que iba a producir la expansión del virus, sobre todo, entre los desfavorecidos. Dicen los tertulianos que el virus no entiende de clases sociales. Sí, sí que entiende. Y que nos iguala. No, al contrario, lo que puede hacernos, si acaso, es conscientes de la desigualdad.

«Quédate en casa» dice el inefable Sergio Ramos con señora y niños saludando dentro de la piscina interior de su salón. Y así un sinfín de profesionales de la desfachatez ejerciendo de héroes. De momento ningún guillotinado ni mansión alguna en llamas. Es la democracia.

Mi preocupación disipóse al ver y oír por televisión el gabinete de crisis creado por el Gobierno. El aspecto tan saludable y alegre, tanto del portavoz del Ministerio de Sanidad Fernando Simón como del propio ministro Salvador Illa, reforzaron mi confianza en la autoridad. ¿Y el resto de gabinete? El entusiasmo de los representantes de los diferentes cuerpos de seguridad del Estado llevó al clímax la comparecencia. Inició su discurso el jefe del Estado Mayor relatando cómo el Ejército había «procedido a desinfectar un polideportivo a las afueras de Cádiz y había distribuido comida a los colectivos desfavorecidos de Cartagena». Tumbéme en el sofá con sensación de victoria pues, aunque soldado de un ejército de 47 millones dirigido por otro soldado llamado Felipe, en el frente no había novedad. Fuera de varias miles de multas, cientos de detenidos y, como contó el policía nacional que «a los 425 muertos había que sumarle 55 nuevas decesos lo que hacía un total de 484». Más o menos. Y el polideportivo gaditano como los chorros del oro.

Virgen santa, vaya tropa. Qué dios nos coja confesaos.