Mikel ZUBIMENDI

LA VOZ DE LA RAZÓN CIENTÍFICA CON VERDADES SIN PALIATIVOS

Tras pasarse la vida en el anonimato, han saltado del laboratorio al plató. Son las nuevas celebridades de la era del coronavirus. Virólogos, epidemiólogos e inmunólogos que dan satisfacción a la necesidad emocional y práctica de las sociedades de conocer la verdad.

Durante esta crisis, muchas de las más básicas necesidades humanas están siendo amenazadas, incluida la necesidad de certeza, de significado y propósito, y el sentido de pertenencia. Según Elaine Kinsella, profesora de psicología en La Universidad de Limerick en Irlanda, que ha investigado el papel de los héroes en la sociedad, «los héroes ayudan a satisfacer, al menos en parte, algunas de estas necesidades humanas básicas». En la crisis del coronavirus ha emergido una nueva estirpe de héroes: los científicos. Quizá no tienen el carisma de los políticos o los artistas famosos, pero muestran una profunda experiencia, un rigor y, a menudo, una compasión que reconforta.

Mientras que los sanitarios trataban a los pacientes en primera línea y el común de los mortales hemos tenido que hacer un curso acelerado de conceptos de principiante en epidemiología, estos científicos han dejado las batas y se han puesto trajes para luchar contra el microbio con los micros, para hacer virales las enseñanzas de la virología, para convertirse en fuentes de información en las que se puede confiar en estos tiempos de incertidumbres, de políticas disfuncionales y de desinformación desparramada.

Anthony Fauci en EEUU, Fernando Simón en el Estado español, Massimo Galli en Italia o Sotirios Tsiodras en Grecia, son algunas de las eminencias convertidas en la voz de la razón científica. Científicos respetados por la profundidad de su conocimiento y la disposición para compartirlo con el público. Nunca buscaron ser el centro de atención, pero se encontraron en mitad de unas sociedades asediadas por el aislamiento del coronavirus, desesperadas por tener evaluaciones basadas en los hechos, y que han recurrido a estos expertos en busca de respuestas.

«El malo que paraliza la economía»

Entre ellos, destaca Christian Drosten, director de Virología de la Charité de Berlín –el hospital más renombrado de Alemania– de 48 años, que despacha habitualmente con Angel Merkel –con una sólida formación científica como él y un profundo conocimiento del manejo de los números–. Drosten defiende que la comunicación y la ciencia son dos pilares claves para gestionar una pandemia. Fue uno de los investigadores que identificó el virus del SARS en 2003, elaboró los test para detectar el Covid-19 y es el arquitecto de la exitosa política alemana de lucha contra la pandemia.

Dos veces por semana, sobre las 10 de la mañana, Drosten coloca un micrófono azul en su escritorio, se pone los auriculares y espera a que un periodista de la emisora pública de radio NDR lo llame. Durante los siguientes 40 minutos, responde preguntas sobre gotitas respiratorias, inmunidad, test de anticuerpos o herramientas digitales para rastrear los contagios. El podcast, titulado Coronavirus Update, lo ha convertido en la cara, o más bien la voz, de la pandemia en Alemania. Más de un millón de personas descargan regularmente lo que se ha convertido en el podcast más popular del país.

Muchas personas quizá no entienden todo lo que dice. Pero reconforta escuchar a alguien explicar lo que está pasando. Su comunicación tranquila y considerada le ha valido un amplio reconocimiento. «Es un golpe de suerte que tengamos a alguien aquí que sea reconocido mundialmente como un experto en coronavirus y que esté dispuesto y sea capaz de comunicarse tan bien», dice Volker Stollorz, director del Centro de Medios Científicos de Alemania.

Sus recomendaciones se han encontrado con discursos de odio, no solo en las redes sociales. Muchos consideran que la obligatoriedad de llevar mascarillas, aunque solo sea en el transporte público y el comercio, o las restricciones a los contactos, son exageradas o inútiles. No entienden por qué sus negocios tienen que cerrar. Para muchos «es el malo que paraliza la economía». Incluso ha recibido amenazas de muerte que ya investiga la Policía. Pero Drosten no se achica. Sabe que hay gente que cree que reaccionan de manera exagerada, que hay una gran presión económica y política para volver a la normalidad, pero sigue advirtiendo sobre una segunda oleada letal del virus.