El estudio Aardman se ha ganado el cariño de toda la cinefilia y del público familiar con criterio, porque su cine llega a cualquier espectador con sentido del humor. La compañía de Peter Lord y Nick Park es la reserva espiritual de la animación, como auténticos preservadores de la laboriosa técnica en stop-motion con muñecos de moldeable plastilina o arcilla. Y de entre todas sus creaciones, la más genuinamente británica es la oveja Shaun, que apareció por primera vez en el episodio de la serie “Wallace & Gromit” titulado “In a Close Shave” (1995). Después ha tenido su propio programa televisivo, emitido desde el 2007 al 2016, además de debutar en la pantalla grande con “La oveja Shaun: La película” (2015), que presentaba una novedosa aventura en la que la protagonista dejaba la granja y se iba a la gran ciudad poniendo la civilización patas arriba.

En su segunda aparición cinematográfica con “Granjaguedón” (2019), nuestra oveja favorita vuelve a dejar en evidencia a la especie humana, que siempre queda como más borrega y falta de inteligencia que la animal. Y esta vez le sirve de pretexto una odisea espacial en clave paródica, que a modo de enloquecida comedia de ciencia-ficción, da pie a que Shaun se erija en la indiscutible reina del cine de desastres, provocando un sinfín de catástrofes a nivel planetario. Pero no es la única culpable, porque la marciana Lu-La no termina de adaptarse a un planeta lleno de trampas mortales como las secciones de dulces de los supermercados, cuya ingesta masiva será el desencadenante de reacciones imprevisibles. La secuencia en que dibuja accidentalmente con la cosechadora círculos de cultivos es genial.