Miguel FERNÁNDEZ IBÁÑEZ
Skopje

APATÍA Y STATU-QUO EN LAS ELECCIONES PARLAMENTARIAS EN MACEDONIA DEL NORTE

La joven república de Macedonia del Norte celebra hoy las elecciones parlamentarias aplazadas en abril por la pandemia. Las dos formaciones eslavas que dominan el Parlamento desde la independencia de 1991 parten como favoritas, aunque necesitarán de los partidos albaneses para gobernar.

Las coaliciones formadas por la Unión Socialdemócrata de Macedonia (SDSM) y la Organización Revolucionaria Macedonia del Interior (VMRO-DPMNE) compiten por el voto de la mayoría macedonia y, por lo tanto, del país, en los comicios parlamentarios que se celebran hoy en Macedonia del Norte. Para los albaneses, el 25% de la población, la Unión Democrática para Integración (DUI) seguirá siendo la opción mayoritaria y sus diputados podrían decantar la balanza del futuro Gobierno. Una aritmética de sobra conocida en Macedonia, país que destaca por la segregación de dos comunidades que coinciden, al menos, en su rechazo a la clase política.

Nade, jubilada de 60 años, añora a los políticos eslavos posteriores a la independencia, sobre todo a Kiro Gligorov y Boris Trajkovski. Aunque representaran ideologías opuestas, cuidaban de la sociedad, asegura. En la actualidad, las mismas siglas siguen dominando el Hemiciclo. Sin embargo, la sociedad acude a votar desanimada. «Estoy muy decepcionada. No importa si es la VMRO o la SDSM: solo les importa el dinero», sentencia Nade. «Todos son lo mismo. Yo no voto. Tengo trabajo y, por suerte, puedo escapar de los políticos, que solo consiguen votos porque reparten empleos», coincide Nexhmedin, albanés de 33 años.

Desde la independencia de 1991, la participación electoral ha caído en 10 puntos: de más de un 70% se ha pasado al 60% actual. Una razón podría estar en el desapego creciente. La otra, en el censo: desde 2002 no se actualiza pese a que se estima que 600.000 de los dos millones de macedonios residen fuera del país de forma temporal o permanente. Aun así hay 1.800.000 electores.

«La apatía a la hora de votar se ha incrementado no solo en Macedonia, sino en toda la región: la frustración por la falta de progreso es notable. Sin embargo, los partidos dominan el arte de la movilización política durante las elecciones al utilizar la estructura clientelar y expandir la Administración antes de las votaciones, además de prometer empleos e inversión. Así, no me extrañaría que la participación fuera similar», aventura Gezim Krasniqi, sociólogo de la Universidad de Edimburgo.

Los candidatos

En esta cita electoral condicionada por el coronavirus, las encuestas auguran que la SDSM y la VMRO obtendrían una cifra similar de votos y la DUI, formación heredera de la guerrilla albanesa UÇK y principal actor político albanés desde el conflicto de baja intensidad en 2001, podría convertirse en la llave del futuro Ejecutivo. Ali Ahmeti, líder de la DUI, no ha tenido inconveniente alguno en pactar con la SDSM o la VMRO en función de las concesiones hacia su comunidad. Lleva 18 años así.

La SDSM está dirigida por el ex primer ministro Zoran Zaev, que conquistó el poder tras desvelar en 2015 unas grabaciones que confirmaban las prácticas mafiosas del anterior Gobierno de la VMRO. Entonces llegó una transición auspiciada por la Unión Europea (UE), en la que se impulsó un referendo para cambiar el nombre del país y rechazar cualquier reclamación histórica sobre el legado de la Antigua Macedonia, la de Alejandro Magno, y solucionar de esta forma el contencioso con Grecia. Macedonia, como recompensa, sería aceptada en el bloque comunitario y en la OTAN. Tras haber apostado todo a la integración en Occidente, Zaev dimitió después de que Bruselas rechazase, en octubre de 2019, iniciar el proceso de adhesión de Macedonia a la UE que, finalmente, aprobó el pasado marzo, cuando se cumplió la demanda del Estado francés de endurecer los requisitos a los candidatos.

Para esta cita, Zaev ha forjado una alianza con BESA. Es la primera unión preelectoral entre macedonios y albaneses desde la independencia. «Es un paso positivo para el acercamiento entre partidos que superen las líneas étnicas, aunque la división sigue presente, como atestigua el debate sobre el absurdo eslogan electoral de la DUI ‘Tiempo para un primer ministro albanés’», explica Krasniqi.

La formación nacionalista VMRO, que mantuvo una posición ambigua en el referendo del cambio de nombre al promover el boicot a pesar de ser igual de proeuropea que la SDSM, está liderada por Hristijan Mickoski. Además de destacar el fracaso del Gobierno en la prometida reforma judicial, Mickoski ha centrado sus esfuerzos en mostrar a Zaev como un «traidor» a la patria: la alianza con los albaneses y el acuerdo con Grecia escuecen en la sociedad eslava.

Como es habitual en Macedonia, no existe un favorito claro: las alianzas no alcanzarán los 61 diputados que otorgan la mayoría parlamentaria. Tocará negociar, pues, aunque sea para mantener el actual statu quo: en el ámbito geopolítico, la integración en Occidente, y a nivel interno, y pese a las promesas de reformas democráticas que nunca se implementan, el control de una sociedad rendida ante un sistema oligárquico.