Amaia EREÑAGA
donostia
TRASLADO POR EL AIRE DE LA INSTALACIÓN ARTÍSTICA

El faro de Santa Clara recibe al mundo de Cristina Iglesias

Un faro vaciado por dentro, como si fuera un gran vaso de bronce en cuyo interior se recrea el fondo marino. Esta es, explicada de forma sucinta, la esencia de la instalación concebida por Cristina Iglesias para el faro de la donostiarra isla de Santa Clara. Y hasta allí voló ayer, pieza a pieza, una escultura que no está exenta de polémica.

En octubre del año pasado «voló» hasta allí la grúa que ha servido para vaciar el interior del faro de la isla de Santa Clara. Ayer, superando el parón provocado por el covid-19, se retomaron los vuelos en helicóptero entre el Paseo Nuevo y la isla, en sucesivas idas y vueltas –más de cuarenta–, con el traslado de las piezas de la gran vasija de bronce que constituye la pieza fundamental de la instalación artística que la escultora Cristina Iglesias, una de las referencias indiscutibles del arte internacional actual, ha querido donar a su ciudad natal.

Faltaba el piloto que se encargó del traslado el pasado año, Haritz Galarraga. Falleció en accidente de helicóptero hace varias semanas en la Seu d’Urgell junto a su compañero, y para él hubo un recuerdo, antes de comenzar los trabajos, cuando la escultora y el alcalde, Eneko Goia, entregaron un ramo de flores a su familia.

La pandemia y otros imponderables, como las inclemencias meteorológicas registradas en enero y febrero, han retrasado las obras. De hecho, inicialmente se fijó la apertura para el próximo otoño. Eneko Goia daba ayer otra fecha: «La obra podría finalizar a finales de año, de tal modo que puede ser plenamente visitable en primavera de 2021, una época que nos permitirá organizar una apertura acorde a la importancia que va a tener esta obra para la ciudad».

Con un presupuesto de 1,45 millones –aunque en un pleno municipal se habló ya de 4,29 millones–, por petición de Cristina Iglesias, de la gestión del proyecto se encarga Artimgenium. Es la empresa de Lourdes Fernández, exdirectora de la Alhóndiga de Bilbo, a quien se le adjudicó en junio de 2018 directamente en un procedimiento negociado sin publicidad. La firma se encarga también de buscar financiación privada.

El vaso está fabricado en Alfa Arte: tiene 10x8 m de área, 5 de altura, y 15 toneladas de peso. Es la pieza principal de una instalación que busca que el faro se convierta en un lugar de reflexión y de unión con la naturaleza... aunque no le falten los detractores o, al menos, haya provocado suspicacias entre grupos ecologistas ante el temor a los efectos de una posible masificación en esa misma naturaleza. Actualmente, las visitas a la isla se circunscriben a cuatro meses, de junio a setiembre. Como en todo, es cuestión de buscar un equilibrio.