Raimundo Fitero
DE REOJO

La coherencia

Uno de los lujos personales y colectivos, de los más caros, es la coherencia. Actuar por coherencia ideológica, religiosa, de valores o de compromiso es estar siempre en un estado de alerta para atender a aquellos detalles que se desvíen del camino directo a los objetivos pretendidos y rechazarlos. Por coherencia se renuncia a ciertos comportamientos que se pueden considerar normales cuando se vive en el relativismo activo y acomodaticio, por lo tanto, es un ejercicio de seres especiales el mantenerse coherente todos los momentos del día, durante todos los días de una vida adulta. Haberlos, haylos.

Perdonen mi coherencia, pero debo hablar en este ámbito de Leonel Messi, un jugador de fútbol considerado el mejor del mundo, e incluso algunos se atreven a elevarlo como el mejor de la historia, que ha decidido abandonar al club que le dio amparo casi de niño, le medicó para acabar con unos problemas que tenía de crecimiento y le acompañó durante dieciséis años dándole un equipo grande y convirtiéndolo en uno de los futbolistas mejor pagados, en estos momentos cobra cincuenta millones de euros limpios, es decir, después de pagar impuestos que, claro está, se los paga el club.

Los motivos de abandono abrupto del Barça comunicado a través de un burofax, se considera un acto de coherencia porque reclamaba cambios estructurales para seguir siendo un equipo ganador y la directiva, nefasta y corrupta, se lo negaba por incapacidad. La coherencia puede estar en que irá a otro club, le pagarán lo que pida, ganará o no campeonatos, pero prevalecerá su voluntad, su ambición deportiva. Y si logran los agentes y comisionistas que alguien pague la cláusula de rescisión de setecientos millones, su salida será un acto de amor. Podría ser considerada la coherencia recubierta en oro y con diamantes incrustados.