Victor ESQUIROL
TEMPLOS CINÉFILOS

Regina King importa

En los grandes festivales cinematográficos, los sub-títulos funcionan con un doble sistema que debe conciliar las necesidades del mercado de distribución local y el grueso de una audiencia internacional que, evidentemente, no tiene por qué dominar el idioma del sitio en el que el destino –profesional– le ha puesto en ese momento. Por ejemplo, si en Venecia se presenta una película rusa, la audiencia va a disponer de subtítulos en italiano e inglés. Hasta aquí, todo bien.

Pero supongamos que en la Competición de la 77ª Mostra tenemos ocasión de ver “Dear Comrades!”, de Andrei Konchalovsky, y que fuera de la sala está diluviando. Supongamos que por una razón u otra, el sistema de subtitulado se estropea en pleno clímax dramático de dicho film. De repente, cuando la historia más requiere de nuestra atención, desaparece el texto en inglés. Y aún así, nadie protesta. A lo mejor porque el público de la Sala Grande tiene un amplio dominio ruso-italiano... o a lo mejor porque lo que está mostrando la pantalla no importa demasiado. Afuera, sigue lloviendo, y muchos parecen conformarse con los ruidos amortiguados (y peligrosamente sedantes) de las fuerzas de la naturaleza. Y esto que el film, que nos pone en el brutal contexto de la represión, por parte del aparato gubernamental soviético, de una huelga acaecida en 1962 en el pueblo de Novocherkask, podría llamar muy fácilmente a la agitación social. Pero no, la contenida gestión emocional de Konchalovsky concreta un sólido monumento a la dignidad humana... consistente, sí, pero poco vibrante; desde luego carente de pulso narrativo.

Con la otra película hoy a Competición (“Never Gonna Snow Again”, de la dupla polaca compuesta por Malgorzata Szumowska y Michal Englert) la reacción es similar. Ahora seguimos a un masajista que impregna, con sus super-poderes, los extravagantes hogares de las clases altas del este europeo. Sobre el papel, la apuesta capta nuestra atención con su toque mágico; en la pantalla, se queda todo en un caprichoso empalme de situaciones surrealistas. Un festival esteta, bonito a la vista, pero intrascendente en todo lo demás.

Y así las cosas, la fiesta la tiene que volver a salvar el Fuera de Concurso. Ahí damos con “One Night in Miami”, primer largometraje como directora de la actriz Regina King. Con el chaparrón del movimiento Black Lives Matter poniendo en jaque la –injusta– convivencia racial estadounidense, este film nos lleva hasta 1964 para juntar a Cassius Clay, Malcolm X, Sam Cooke y Jim Brown en una habitación de motel. Se trata de una pieza teatral sabiamente pasada al cine: funciona la puesta en escena, el tratamiento de un texto denso pero igualmente ameno y, sobre todo, la dirección actoral. Un afinado conjunto que, gracias al certero abordaje de su tema central (a saber, qué implicaba y qué implica ser negro en Estados Unidos) devuelve a la Mostra la importancia que se merece.