Ingo NIEBEL
Historiador y periodista
PROTESTA «QUERDENKEN»

El Gobierno alemán pierde apoyos en su lucha contra la pandemia

El movimiento inconformista ha convocado de nuevo para hoy varias manifestaciones descentralizadas contra las medidas anti-covid aplicadas por el Ejecutivo de la canciller Angela Merkel. Todas han sido legalizadas por la Justicia en un momento en el que el Gobierno pierde simpatías y la Nueva Derecha copia el modelo Pegida.

La imagen de una turba queriendo entrar en el Parlamento suele augurar la caída de un régimen. Esta impresión quiso dar la Nueva Derecha a finales de agosto cuando sus simpatizantes subieron las escaleras del Bundestag con sus banderas del Imperio prusiano-alemán. Aunque portaban alguna enseña rusa, turca y estadounidense el mensaje era claro: el «asalto a Berlín» no se había limitado al hashtag con el que llamaron a manifestarse contra la política anti-covid de la Gran Coalición de la canciller democratacristiana Angela Merkel (CDU) y de su socio socialdemócrata (SPD), si no que tenían la intención de provocar la caída de lo que llaman «la dictadura corona».

El protagonismo de la Nueva Derecha, que reúne desde grupos nazis y ultraconservadores hasta el partido xenófobo Alternativa para Alemania (AfD), ha sido utilizado por los partidos tradicionales para menospreciar a los organizadores de la protesta que hace unas semanas reunió a varias decenas de miles de manifestantes en la capital. Sus cabezas visibles, como Michael Ballweg, forman parte de un movimiento que se llama Querdenken (pensar de forma inconformista). Igual de heterogéneo como la Nueva Derecha, reúne a médicos y científicos que critican a los asesores de Merkel, periodistas que van a contracorriente, a esotéricos, negacionistas, antivacunas y conspiracionistas. No parece casual que el movimiento se defina con una palabra que empieza con Q, como la estadounidense teoría de la conspiración QAnon.

El punto de unión entre los «querdenkers» (pensadores inconformistas) y los ultraderechistas es que los primeros no se distancian de los segundos si el objetivo es la «libertad», es decir, la lucha contra las medidas antipandemia del Ejecutivo. «No he visto a ningún ultra», no se cansó de repetir Ballweg obviando que la bandera negra, blanca y roja sólo la portan grupos de índole fascista.

La Nueva Derecha repite el modelo Pegida para capitanear un movimiento que llega hasta más allá del centro político. «No se marcha junto a nazis», insiste la copresidenta del partido socialista Die Linke, Katja Kipping.

Desde el punto de vista antifascista, la dirigente izquierdista dice lo políticamente correcto, pero la realidad es otra desde que la CDU y los liberales pactaron con la AfD para acabar con el tripartido de Turingia, liderado por el Linke. Las encuestas indican que los alemanes temen más por su bienestar económico que a la pandemia.

«¿Conoces a alguien enfermo del covid-19?» es la pregunta habitual con la que se suele iniciar una conversación sobre la política anticorona de Merkel. Con 9.300 muertos y unos 1.800 infectados diarios en Alemania la pandemia se muestra menos letal y amenazante que en otros países. Aunque las cifras están subiendo, todavía están lejos de los picos de abril. Aún así, varias comarcas bávaras se acercan ahora a los 50 infectados por 100.000 habitantes. Al llegar a este límite las autoridades tendrían que imponer nuevas restricciones para no perder el control sobre la propagación del virus. Así lo acordaron la canciller y las y los ministros presidentes de los 16 estados federales cuando agilizaron las medidas anti-covid en mayo.

A pesar de que estos días la prensa habla de una «superspreader» estadounidense, quien a pesar de tener síntomas se fue de copas en una ciudad bávara, una encuesta encargada por el Ejecutivo alemán muestra su pérdida de apoyo en la sociedad. En abril, el 60% de los encuestados estaba de acuerdo con la política del Gobierno, ahora sólo el 49%. Los descontentos han subido del 25% al 42%. Quizás por eso la canciller se muestra dispuesta a debatir sobre la política a seguir, aunque sigue defendiendo las actuales restricciones. «Nos han ayudado a evitar que la pandemia se extendiera incontroladamente», dijo en su mensaje semanal de vídeo. «Cada uno es libre de criticar abiertamente las decisiones del Gobierno», añadió.

Hasta ahora, la Justicia ha velado tanto por el ejercicio del derecho fundamental de manifestación como por la protección de la sociedad imponiendo el respeto a las medidas de higiene. Conociendo cómo es este tercer poder en Alemania, sorprendió que el ministro de Interior del estado-ciudad de Berlín, Andreas Geisel (SPD), intentara prohibir de manera preventiva la manifestación de los inconformistas alegando que se ignorarían las medidas de higiene. El zasca de los jueces fue celebrado por los inconformistas y a la Nueva Derecha, que interpretaron su triunfo como una gesta en su lucha por la «libertad» contra la «dictadura».

La élite política tradicional tiene que evitar este tipo de errores porque, según un estudio de la Fundación Konrad Adenauer, cercana a la CDU, un tercio de los alemanes es afín a las «teorías de la conspiración». Mientras, los inconformistas la retan con un debate sobre la constitución que debe sustituir la Ley Fundamental, un tema que los demás partidos han dejado de lado hasta el momento.