Víctor ESQUIROL

El online, medida anti-covid, o la Berlinale que viviremos en el hogar

Arranca la 71ª edición del Festival de Cine de Berlín, celebración inevitablemente marcada por la pandemia del coronavirus. Los más de cien títulos que componen su selección oficial podrán verse casi todos, a lo largo de los próximos cinco días, en formato online. A pesar de las dificultades de estos tiempos, tótems del cine de autor de la talla de Hong Sangsoo, Céline Sciamma, Radu Jude, Alonso Ruizpalacios o Ryusuke Hamaguchi estarán en la cita.

Recuerdo las sensaciones extrañas que nos acompañaron durante la pasada Berlinale, el que fue el último gran festival de cine previo al estallido del coronavirus. Con un ojo nos deleitábamos con una de las selecciones de películas más afinadas que nuestra memoria festivalera pudiera recordar... y con el otro, controlábamos el avance de una enfermedad que ya había llegado a nuestro continente. Y así pasaron aquellos once días: entre tertulias cinéfilas apasionadas y comentarios preocupantes sobre el panorama que estaba por venir.

Ciertamente, vivimos días extraños. Hace prácticamente un año que estamos instalados en esta realidad, pero la actualidad sigue reafirmando dicho escenario. A mí, por ejemplo, me toca darme de bruces contra él al escribir este artículo. Lo normal sería que a estas alturas, es decir, a falta de pocas horas para el inicio de una nueva edición del Festival de Cine de Berlín, yo ya estuviera instalado en la capital alemana. Pero no, este curso va a tocar fichar desde casa: la 71ª Berlinale va a ser online para todos los acreditados, es decir, tanto para periodistas como para compradores y vendedores en el Mercado Europeo del Film.

Esta será la primera fase de este atípico certamen. La otra llegará en verano, cuando los efectos de la pandemia supues- tamente habrán menguado (toquemos madera). Entonces, el público berlinés tendrá la ocasión de retomar las salas de cine, y ver en ellas las películas que se habrán presentado meses antes. O sea, ahora: a esto vamos. A un festival de cine en el que al cine no le ha quedado otra que conformarse con el segundo plano, en favor de las dramáticas circunstancias en las que tendrá (no-)lugar. En este sentido, Carlo Chatrian, director artístico de la cita, al frente de su segunda edición en el cargo, declaró hace unos días que fueron varias las películas que parecía que iban a estar en esta Berlinale... pero que al final decidieron saltar del programa, en –legítima– espera de los festivales que vendrán, los cuales, esperemos, ya podrán celebrarse de forma presencial (volvamos a cruzar los dedos).

A pesar de toda esta extrañez, las buenas noticias también hacen acto de presencia, y toman el cuerpo de una selección final de títulos y autores que, a priori, poco o nada tiene que envidiar a cualquier otro gran festival. El equipo de programación comandado por Carlo Chatrian, ya se ve, sigue operando con la eficacia que le caracterizaba antes de la pandemia. Así, los servidores en línea de la Berlinale albergarán estos días los nuevos trabajos de la francesa Céline Sciamma (“Petite Maman”), del coreano Hong Sangsoo (“Introduction”), de la alemana Maria Schrader (“I’m Your Man”), del japonés Ryusuke Hamaguchi (“Wheel of Fortune and Fantasy”), del rumano Radu Jude (“Bad Luck Banging or Loony Porn”), del mexicano Alonso Ruizpalacios (“Una película de policías”)... incluso estará el debut en la dirección del actor Daniel Brühl, con “Next Door” (este último no en formato online).

Todos ellos, hasta un total de 15, competirán por el Oso de Oro; a este grupo deben sumarse las secciones Berlinale Special, Panorama, Forum o Generation. Entre todas van a sumar una centena de largometrajes. A visionar en cinco días. Y en formato online. Sin duda será una Berlinale extraña, pero será.