Amaia EREÑAGA
BILBO

Gorka Agirre: «Para hacer efectos especiales hay que leer Medicina Forense»

Ganador del Goya por los efectos de maquillaje de «Handia», Gorka Aguirre se antoja como una especie de hombre del Renacimiento, pero con cresta y amante del terror. En la «masterclass» que ofreció ayer en el Festival FANT de Bilbo «destripó» algunos de sus monstruos, como la falta de un apartado para su sector en los Goya.

Gorka Aguirre lleva más de 25 años creando «monstruos» para el cine. Concretamente, desde que empezó de forma autodidacta en Sopela, en la pastelería familiar. Literal: usaba materiales de pastelería, como siropes de fresa y gelatinas, para las babas y la sangre de los cortometrajes con los que se estrenaban sus amigos, estudiantes de la Universidad de Leioa. Eran colegas como Koldo Serra, Borja Crespo o Nacho Vigalondo.

Con libros y revistas que conseguía del extranjero, porque cuando comenzó no había redes sociales, y usando el sistema universal de prueba-error, fue aprendiendo… hasta llegar a convertirse en un experto en realización, diseño y fabricación de dummys (reproducciones de seres reales) y animatronics (muñecos articulados que simulan el aspecto y comportamiento de series vivos, reales o imaginarios). Entre sus larga lista de trabajos están “Loreak”, “Lasa eta Zabala”, “Handia” (Goya al mejor maquillaje y peluquería en 2018, compartido con Ainhoa Eskisabel y Olga Cruz) o series como “El internado” o la reciente “Caminantes” (2020), para Orange, sobre un camino de Santiago terrorífico, rodada por Koldo Serra.

Su trabajo más premiado ha sido “Handia”. Un trabajo en el que reconvertieron al actor Eneko Sagardoy en el gigante de Altzo: «Le hicimos unas extensiones de orejas, otras de brazos y un traje anatómico que cambiaba la morfología de su cuerpo. También llevaba unos zancos especiales, de doble barra». Hasta la dentadura era protésica.

Un gigante y un muerto

Extraña que su Goya esté englobado ahora dentro de la categoría de maquillaje y peluquería. Gorka Aguirre lo explica: «Hoy en día no se puede ganar un Goya de efectos especiales si eres de maquillaje, porque no te meten en ese apartado. Todo cambió cuando DDT, un estudio de Barcelona, ganó con ‘El laberinto del fauno’ (2006). Ahí subió Cristo y su madre al escenario: el de digitales, los de efectos de maquillaje, los de físicos, maquillaje y peluquería... Era una locura, porque no se sabía quién había hecho cada cosa. Nosotros estamos en tierra de nadie: nos meten en maquillaje y peluquería pero realmente lo nuestro va mucho más allá de lo que es la caracterización con una brocha y un pincel y una banana en la cara. Sin desmerecer lo otro, que tiene mucho trabajo, a nosotros nos gustaría tener un apartado propio y que se nos valore más, dándonos un reconocimiento a los que son los efectos de maquillaje. En los Óscar lo hacen».

«Hacemos lo que un maquillador no puede hacer –explica–. El maquillador trabaja sobre el rostro del actor, y nosotros fabricamos con moldes volúmenes que van más allá de la pura caracterización. También hacemos cadáveres: cuando el actor muere por cualquier circunstancia del guion, hacemos un dummy, como en el caso de Joxean Bengoetxea en ‘Loreak’. También si ha muerto un animal. En este momento estamos trabajando en un cuervo, pero hemos hecho ciervos, un zorro, perros, ratas… O si, de repente al personaje se le corta un brazo, hacemos un prop, que es una réplica exacta. Si se corta el brazo, se le cae y sangra, tenemos que hacer tuberías internas con bombas de presión». Lo dicho, mezclan todo tipo de disciplinas, desde la Medicina a la Robótica: «Tenemos libros de forense, de dermatología para saber que si rajas en un sitio qué pasa, porque no puedes inventarte las cosas. ¿Si casca el brazo, qué músculos salen? Hay que saber el grosor de la epidermis… Con todo eso disfrutamos mucho» ,cuenta.