El sector de la hostelería ha sufrido restricciones muy severas desde el inicio de la crisis sanitaria. ¿Cómo han conseguido superar todas esas dificultades?

Personalmente, tengo que admitir que se me ha hecho duro y complicado todo lo que nos ha pasado a los hosteleros desde que comenzó esta crisis. A pesar de que no tengo que pagar un alquiler por el local como otros muchos, el bar Ametsa no dispone de terraza, y eso nos ha perjudicado bastante. Y no solo eso, en el último año y medio el bar ha permanecido siete largos meses cerrado a cal y canto. Hemos padecido una situación económica difícil de aguantar.

¿Qué opinión le merecen todas las medidas adoptadas para el sector de la Hostelería por parte de las diferentes instituciones y gobiernos?

El ayuntamiento de Lizarra, sin ser quien ha dictado todas esas normas, nos ha dado cierta ayuda que nos ha servido para poder hacer frente a algunos gastos. A pesar de eso, y siendo cierto que hemos cobrado algún dinero, tenemos que destacar que esas ayudas han llegado tarde, es decir, no las hemos adquirido justo cuando más las necesitábamos. Además, pienso que el mensaje y la información que nos han ofrecido desde las instituciones públicas no han sido los más correctos, y no se ha sabido llegar bien a la gente.

A medio-largo plazo, ¿cómo ven el panorama en su negocio? ¿Hay motivos para la esperanza?

Estamos viviendo esta situación con gran incertidumbre. En mi caso, después de las fiestas de Lizarra, siempre solía cerrar el bar y coger vacaciones, pero este año, de nuevo, voy a quedarme trabajando, pues no sé lo que vendrá al final del verano, y al inicio del otoño. Todo eso siendo consciente de que la época veraniega no es, ni mucho menos, la mejor época del año para nosotros en cuanto a ingresos económicos se refiere.