Texto: Iraide IBARRONDO

Bar kasko, 25 años haciendo «algo divertido y diferente»

El histórico bar Kasko en el Casco Viejo de Bilbo ha cumplido 25 años de vida. Abrió sus puertas en 1996 como un pub y pronto se convirtió en un local de encuentro de la comunidad gay bilbaina. Con el paso de los años, se han reinventado y ha dejado atrás el ámbito nocturno para convertirse en un bar y restaurante de carácter cultural.

El Kasko no es un restaurante al uso. Desde su arquitectura hasta su música, el restaurante guarda varias curiosidades que lo convierten en digno de visita. Para empezar, el techo curvo de color azul que simula las olas del mar fue diseñado por Emilio Puertas, el mismo arquitecto que dirigió la renovación del mercado de la Ribera. Más tarde, en 2011, la arquitecta Dora Salazar diseñó unas lámparas con forma de ballena que cuelgan hoy del techo del local.

Nacho López es el administrador y cocinero del histórico bar. Explica que al principio se hizo famoso por «tratar menús de diario como menús de carta». Así, poco a poco, fueron compaginando las comidas y cenas con el pub nocturno y el negocio «empezó a cuajar mucho».

No obstante, por obra y gracia «del señor Azkuna» tuvieron que dejar de ser un pub y se centraron en las comidas, aunque López subraya que «la filosofía siempre ha sido la misma; hacer algo divertido y diferente». En ese sentido, López describe la identidad del Kasko como un bar cultural.

Y es que todos los días, de 20.00 a 22.00, el pianista Rafa Aceves anima a los comensales con música en vivo. Entre risas, López señala que los clientes euskaldunes «hablan muy alto» y que «no suelen hacer demasiado caso a la música».

Este carácter cultural se refleja también en las exposiciones de pintura, fotografía y escultura que se organizan en el local: «Cuando vemos algún cuadro o alguna exposición que nos gusta, lo compramos». Nacho López lamenta que ahora es lo único que pueden hacer. Tenían en mente el proyecto de poner en marcha un trío de jazz, pero, al no tener licencia, no les han dejado hacerlo «a pesar de tener un piano legalizado». Aun así, el equipo de Kasko prevé reunirse en setiembre con el concejal de cultura para tramitar los permisos y continuar animando con música el casco viejo.

Un año para olvidar

Pese a que siempre tratan de mantener esta filosofía divertida y animada, sus responsables no olvidan las dificultades que están atravesando por la pandemia: «Este último año hemos estado sufriendo, perdiendo dinero, endeudándonos y pidiendo créditos». Además. reprochan la criminalización que está sufriendo la hostelería: «La hostelería está claro que no contagia. Simplemente estamos siendo un instrumento del Gobierno y de las instituciones para vaciar las calles. Si se cierran los bares la gente sale menos».

Además, denuncian que tienen que mantener el aforo al 35% y que en su caso les han quitado mesas de terraza. Así, calculan que este año se quedarán incluso por debajo de la facturación de 2020. Por lo cual, defienden que en vez de ayudas, lo que necesita la hostelería son indemnizaciones.

En cualquier caso, la pandemia no ha sido el único obstáculo que ha tenido Kasko en estos 25 años: «Hemos sobrevivido a la apertura de alrededor de 15 nuevos restaurantes en un radio de 50 metros», concluyen sus responsables.