Texto: Joseba SALBADOR

«Llevaremos nuestro mejor queso, pero no sabemos lo que tienen los demás»

El concurso de Quesos de Pastor de Ordizia vuelve a celebrarse este año a puerta cerrada, aunque a diferencia de 2020 recupera la jornada del miércoles (8 de setiembre). Los detalles del certamen se darán a conocer hoy. Mientras tanto, hemos hablado con Patxi López de Uralde, flamante ganador del pasado año, que esta vez vuelve a presentarse con la misma ilusión, aunque asegura que nuevamente echará en falta el ambiente del concurso más importante para los elaboradores vascos.

Larreako Gazta es una quesería familiar ubicada en el concejo alavés de Larrea, perteneciente al municipio de Barrundia, entre las sierras de Elgea y Aldaia. Como su propio nombre indica, Larrea es el lugar idóneo para que las ovejas se alimenten de buenos pastos y produzcan una leche de calidad para elaborar así los mejores quesos.

El pastoreo es un oficio al que ya se dedicaba el abuelo de Patxi López de Uralde en las campas de Elgea. Su padre, Pascual, siguió cuidando del rebaño familiar y hace casi 25 años Patxi decidió continuar con la tradición familiar, pero dedicándose profesionalmente a la elaboración de queso.

«Mi padre ha sido pastor toda la vida, siempre ha tenido ovejas, pero queso hacían lo justo, solo para casa y para algún compromiso. Pero cuando ya me decidí a quedarme en casa, el precio de la leche estaba por los suelos y di el paso de empezar a elaborar queso».

Aunque actualmente es él quien se encarga de la quesería, Patxi destaca la ayuda que sigue recibiendo por parte de toda su familia. «Mi padre siempre me echa una mano con las ovejas, y mi madre y mi hermano me ayudan mucho en la venta directa, algo que hoy día requiere de mucha dedicación», explica.

El certamen de Ordizia es el de más prestigio para los elaboradores de queso. «Para un pastor ganar en Ordizia es lo máximo», señala. Preguntado por la cita de este próximo miércoles, Patxi señala que volverá a presentarse con la misma ilusión, ya que llevará su mejor queso, aunque todo depende de la calidad del resto de los concursantes. El año pasado se presentaron un total de 43 quesos.

«Antes del concurso vamos probando lotes, y creemos que llevamos nuestro mejor queso. El de este año es muy parecido al del año pasado, que era un ahumado con un punto más de cremosidad, quizás porque teníamos muchos quesos en la cámara sin vender a causa de la pandemia. Por eso este año volvemos con muchas esperanzas, pero lo que no sabemos es lo que tienen los demás».

Así pues, ilusión no le falta a este pastor de Larrea, aunque lamenta que volverá a echar en falta el ambiente que se vive en el concurso, ya que se celebrará nuevamente a puerta cerrada. «El hecho de que se pueda celebrar el concurso ya es bastante, pero sí que se echa en falta el ambientillo, es una pena. Esperemos que la cosa se vaya arreglando y que otro año se pueda hacer con público».

Un año muy complicado

Tras conseguir la txapela de Ordizia en 2020 –año en que se pagaron 9.200 euros por el medio queso ganador–, los quesos de Larrea han logrado más galardones, como la primera posición en el concurso provincial de Araba y el tercer puesto en el concurso de Euskal Herria celebrado en Idiazabal.

López de Uralde destaca la importancia de estos galardones, ya que «al final es un reconocimiento al trabajo de todo el año. Y aparte de la alegría personal que te llevas –añade–, es la publicidad que te hacen, sobre todo en un año tan complicado como 2020, en el que se nos había acumulado mucho queso». Y es que la mayor parte de la venta la realizan de forma directa en la quesería, por lo que las restricciones de movilidad les han afectado de forma muy negativa.

Al poco de ganar en Ordizia, la familia López de Uralde fue protagonista, sin quererlo, de una simpática anécdota al recibir la visita de un cliente que acudió a Larrea nada menos que en helicóptero. «Nos llamó para que le preparáramos un lote de quesos y nos dijo que andaba con un poco de prisa y que vendría en helicóptero. Mi hermano y yo al principio no terminábamos de creerlo, pero finalmente, a la hora indicada, llegó el aparato y aterrizó junto a nuestra casa. Te puedes imaginar el revuelo que se montó en el pueblo. Los vecinos pensaron que había pasado algo grave en casa».