Raimundo Fitero
DE REOJO

Más cine

Porque toda la vida es cine y los cines, sueños son. La gran mayoría de la profesión cinematográfica en bloque se ha puesto en contra a una ley que se aprobó ayer en el Parlamento español con la abstención del PP. Inusitada situación. Es fácil deducir que si sucede esto es que la ley es mala. Es difícil distinguir los matices para que se emulsione esta protesta de manera tan urgente, pero leyendo por encima se trata de contestar a un movimiento de última hora del Ministerio que dirige contra su voluntad el bailarín Iceta, en el que hace un quiebro a lo pactado y deja al duopolio televisivo como máximo beneficiado del futuro apoyo estatal al cine. No es de extrañar. Las televisiones, en cadena, son las cajas de publicidad partidaria más rutinarias y baratas. Mayoritariamente de derechas recalcitrantes.

Más cine y menos tertulias. Más cine y menos terrorismo demoscópico. Más cine y menos demagogia barata. Más cine y menos series clónicas. Meto cuña de alteración del imaginario colectivo anclado en lo obvio: ahora que no se habla de cine vasco es cuando más películas de producción o de creación vasca están alcanzando las mejores cuotas de difusión y aceptación popular. Sin etiqueta de denominación de origen, aparecen las propuestas más enraizadas con la realidad vasca, o desde la mirada de jóvenes creadoras vascas. Asunto que deberemos analizar sin colisionar con las circunstancias políticas coyunturales, sino a la luz de la libertad de expresión. La denuncia de gran parte de la profesión es que la nueva ley pone en peligro la existencia de productoras pequeñas y medianas, de propuestas más libres y arriesgadas, que son, al fin y a la postre las que van creando unas condiciones de conexión con los posibles públicos fuera de las franquicias y los productos de fabricación industrial. Más cine artesanal y menos industrial.