Txemi GOROSTIZA
Abogado
KOLABORAZIOA

1990 Foz de Lumbier, 2022 secreto oficial

Cuando se cumplen 32 años de los sucesos de la Foz de Lumbier, donde fueron detenidos por la Guardia Civil tres militantes de ETA, Jon Lizarralde, muerto de un tiro en la sien derecha de su cabeza, Susana Arregi, muerta de dos disparos en la sien izquierda y Germán Rubenach, gravemente herido en situación agonizante con un disparo en la base de la mandíbula que le salió por la cabeza dejándole ciego de un ojo, el silencio legal sigue siendo impuesto por la franquista Ley de Secretos Oficiales de 1968, junto a la increíble versión oficial que nos contaron.

Debemos recordar que el Ministerio Fiscal intentó que se condenara a Germán Rubenach con esa versión oficial ofrecida por el ministro del Interior José Luis Corcuera: «Señorías, no vengo a demostrar la inocencia de la Guardia Civil, esta la supongo, como corresponde a un Estado de derecho. Serán los que opinan lo contrario quienes deban aportar las pruebas necesarias».

Pero la sentencia dictada por la Audiencia Nacional rechazó sus pretensiones de imputarle un delito de auxilio al suicidio o de un suicidio colectivo, dejando inacabada sorprendentemente la investigación judicial: «No se ha acreditado ni constatado cómo se produjeron las heridas causantes de la muerte de dichas personas, ni las graves lesiones sufridas por el procesado Rubenach causantes de las grandes secuelas que le han quedado, ni que hubiera acuerdo entre ellos para suicidarse, en el supuesto de ser rodeados por la Fuerza Pública. (…) El Tribunal ha llegado a la expresada conclusión absolutoria ante la falta de solidez, concordancia y seguridad del material probatorio existente en la causa».

Antes, uno de los guardias civiles que allí intervinieron ya lo había declarado: «ese tío no intentó suicidarse: él quería vivir, pero le habían pegado un tiro». Hoy sigue existiendo la firme convicción, entre los familiares y amigos de estas personas, de que no se ha contado toda la verdad, de que se ocultan los hechos realmente sucedidos y que se utiliza el secreto oficial franquista, una vez más, para determinadas materias reservadas como esta.

El hallazgo de los cuerpos ese mismo día, las autopsias de los disparos recibidos, el agua del río Irati en los pulmones de Jon Lizarralde, las fotos realizadas de día y de noche, los testimonios contradictorios y las actuaciones policiales posteriores fueron síntomas de una duda más que razonable. Tampoco los testigos holandeses pudieron contar la verdad al ser impedido su testimonio judicial. Y la información policial obtenida aquel día provocó registros, detenciones y huida de personas residentes en seis localidades navarras, además del hallazgo del zulo donde había permanecido secuestrado el empresario Villoslada hasta su liberación por estos activistas.

Recordar, para saber. Reclamar, para esclarecer. Desclasificar, para reconocer. ¿Cuántos años más necesitarán estas personas, sus familiares y amigos, para recibir respuesta a tantas preguntas?