Presencias ausentes
Ya está dicho casi todo. Si existe alguna posibilidad, aunque sea remota, de sacar alguna conclusión racional de lo que se nos ofrece en las televisiones occidentales de lo que, en el plano de las acciones bélicas, está sucediendo, es que casi toda las informaciones son repugnantes en forma y fondo. La última barbaridad es ver a un soldado solo en un trozo de tierra, de pie, con gorro y cigarrillo en la mano, gritar «¡Viva Ucrania!» e inmediatamente recibir una descarga de balas para que caiga ejecutado. En todos los canales donde he tenido el deshonor de presenciarlo contribuyen de manera vergonzante a la confusión porque no se atreven a decir de dónde salen las balas, ni quién firma el acto, por lo que la duda no es que sea metódica, es absolutamente corrosiva.
Y es que existen tantas dudas que no es capaz de anidar un gramo de verdad, esperanza, posibilidad de acercamiento a un tratado de alto el fuego, negociación, paz y no me salen más eufemismos retóricos de mi arsenal de placebos. Por eso las palabras de un alto dirigente chino me dejan impactado cuando les advierte a los americanos que, como no sepan pisar el freno en sus envalentonamientos, la cosa se puede poner muy fea. Porque, de verdad, la cosa se puede poner muy fea tanto en lo local, como en lo general, como en lo universal. En los económico y lo democrático. Lo filosofal y lo militar. Empezamos a contar presencias ausentes o ausencias presentes, lo que crea un cuerpo social imaginario que se instala en lo imposible como norma. Es difícil vivir en la incertidumbre. ¿Con cebolla o sin cebolla?

El exalcalde de Hondarribia fichó por una empresa ligada a Zaldunborda

«Tienen más poder algunos mandos de la Ertzaintza que el propio Departamento»

GARA es segundo en Gipuzkoa y NAIZ sigue creciendo con fuerza

«Goonietarrak», 40 urte: bihotzeko ganbaran gordetako altxorra
