Raimundo FITERO
DE REOJO

Un poco más cada día

La canícula trae noticias fehacientes del averno, ya que se están batiendo récords globales sobre las temperaturas que ponen en marcha todas las alarmas. Leo que hemos pasado el día más caluroso sobre la planeta Tierra y me entran ganas de desatender a mi ego y ponerme a mirar en las estadísticas universales acumuladas en la literatura escrita en pergaminos que nos hablan de glaciaciones y miro a África, sin otra causa que ver a través de la calima, por si acaso allí no hay manera de localizar los termómetros adecuados para saber en qué grado de ebullición están los caudales de superficie de algunos ejes majestuosos de la sabana, las praderas, valles y desiertos.

Los reportajes no pueden escapar al paisaje y la retórica, pero si cada día hay un poco más de calentura global, se entiende que el glaciar del monte Aneto está perdiendo varios metros de espesor al año, de tal manera que puede convertirse en breve en un monte pelado, lo que no es otra cosa que un síntoma de lo que está sucediendo alrededor del globo terráqueo, aunque parezca que nadie atiende a otra cosa que lo circunstancial e inmediato como que en veinticuatro horas se ganen o se pierdan 14 grados centígrados, algo que provoca trastornos basales, resfriados o congestiones.

Una autoridad médica de la OMS explicaba que estas temperaturas son dañinas de manera absoluta porque es casi imposible aguantar muchas horas con una fiebre de cuarenta grados. A eso se asemeja estar horas a esas temperaturas en una calle, un campo o cualquier otro lugar por trabajo o necesidad. Por ocio, entra en otra disciplina médica.