Raimundo FITERO
DE REOJO

Caleidoscopio apocalíptico

En horizontal o vertical, todo lo que se nos ofrece para entender nuestra realidad más allá de la sombra que nos perpetúa en la obsolescencia genética, viene codificado como signos que proclaman el desastre imposible de arrebatar a los presagios y los actos impunes. Es imposible asimilar sin recurrir a ritos prehistóricos que las temperaturas suban de tal manera que se aventuren incrementos globales que se producen sin que exista remedio aplicable. Nuestras pantallas se convierten en caleidoscopio del futuro imperfecto.

Los incendios forman parte de uno de los mensajes ecuménicos más impresionantes sobre las situaciones apocalípticas que se gestionan con técnicas de espectáculo ajeno a los político. Lo que sucede en Canadá se presenta como el tráiler de una superproducción documental. La mezcla de desolación, mangueras, camiones espectaculares e hidroaviones por encima de una silueta de la cima de una montaña ardiendo, cuando son recibidas en nuestro cerebro con tanta asiduidad se transforman en los eslabones categóricos de una conversión en seres galácticos que se genera de manera residual.No queremos creer que en Canadá sean miles de incendios activos, que lleven semanas y meses ardiendo, que se solapen sus imágenes con las del incendio demoledor del norte de Tenerife declarado oficialmente incontrolable, que todavía se vean cenizas humeantes sobrecogedoras de Maui o que en los Alpes se detecte que ha subido la temperatura en las alturas hasta niveles inconcebibles. Las previsiones meteorológicas no dan señales de alivio. Repasaremos a Dante.