Desde que en 1975 Steven Spielberg maravillara -y aterrorizara- al mundo con su magnífica ‘‘Tiburón’’, han sido cientos los títulos que se han acercado al apasionante mundo de los escualos. Ninguna ha podido igualarla, pero películas cómo “The Shallows “( Jaume Collet-Serra, 2016) u “Open Water“ (Chris Kentis, 2003) han llegado a unos niveles de dignidad mínimos como para tenerlas en cuenta. La recién estrenada película francesa “Sous la Seine” se sitúa, por desgracia, en el grupo de los descalabros. El arranque de la cinta es quizá lo más interesante, prometía ser el inicio de algo bastante prometedor; una subtrama ecológica-medioambiental aderezada con toques de suspense, terror y acción. A escasos minutos esa esperanza se disipa por completo. El problema no es su disparada premisa -un tiburón gigante en el Sena-, al contrario, si la hubiesen planteado y estructurado como una película de serie B, al estilo “Sharknado” (2013, Anthony. C Ferrante), es decir gamberra, disparatada, salpicada con toques de humor negro, tal vez hubiese funcionado mucho mejor; el mayor problema es que se toma demasiado en serio a sí misma. El guion, predecible a más no poder, repleta de más agujeros que un queso gruyer. Perplejo me hallo ante el dato de que la escritura ha sido elaborada por cinco personas. Las acciones de los personajes, estereotipados hasta el infinito, son absurdas y muy poco creíbles. Aunque el CGI, y en general los efectos especiales, se salvan por los pelos, hay secuencias que parecen ejecutadas con plantillas gratuitas descargadas de un videotutorial de internet. En fin, la verdad es que cada vez entiendo menos el modelo de producción de Netflix. Hasta aquí, no me ensaño más. Os diré que por lo menos algo entretenida sí que es y que se puede ver con subtítulos en euskara.