Muerte de Susana Arregi y Jon Lizarralde, 34 años de silencio

El 25 de junio de 1990 la sociedad vasca era sacudida por el enfrentamiento -al mediodía, a plena luz del día- entre tres militantes de ETA y agentes de la Guardia Civil en Irunberri. En los hechos murió el sargento José Luis Hervás. Germán Rubenach fue encontrado horas después, hacia las 21.15, en el interior de la foz, con heridas en la pierna y en la cabeza, ocasionada por un disparo de bala con entrada en la parte inferior de la boca y salida en la parte izquierda del cráneo. A escasos metros de allí, a las 9.00 del día siguiente, fueron hallados sin vida Jon Lizarralde Urreta y Susana Arregi Maiztegi. El primero presentaba un tiro en la cabeza y tenía agua en sus pulmones. La segunda tenía dos impactos de bala en la cabeza. “Egin” dedicó la noticia destacada de la portada y cuatro páginas al suceso. «La versión del ‘suicidio’ de Lizarralde y Arregi suscita reacciones de indignación». Este fue el titular de la primera página de “Egin” el día 27 de junio.
«KAS llama a responder ‘con fuerza y entrega política’ a las muertes de Lizarralde y Arregi», decía la apertura de Eguneko Gaia. «Lizarralde y Arregi aparecieron muertos con sendos tiros en la cabeza a escasos metros de donde fue encontrado Rubenach», rezaba el titular de la otra página. En la información siguiente se destacaban las numerosas incógnitas y lagunas existentes en la versión oficial, que afirmaba que los dos miembros de ETA se habían suicidado. Se recogían las palabras pronunciadas por el entonces ministro de Interior español, José Luis Corcuera: «Quien duda del suicidio se descalifica».
El periódico también aludía a la petición de explicaciones dirigida al titular de Interior por parte de PNV, EA, EE e IU. En otro artículo también se hacía referencia a las escenas de dolor vividas en cuatro familias debido a la confusión por la identidad de la mujer encontrada muerta.
CINCO AÑOS PARA LA ABSOLUCIÓN
En cuanto mejoró ligeramente, Germán Rubenach fue trasladado a Madrid y de ahí a la cárcel, donde permaneció 24 años, hasta que en 2014 finalizó su condena en Puerto de Santa María. Pasaron cinco años hasta que la Audiencia Nacional española lo absolviera de la acusación de «auxilio al suicidio de sus compañeros».
Los hechos fueron cubiertos por un manto de silencio por parte de la Guardia Civil y el único protagonista vivo y testigo presencial, Rubenach, no pudo esclarecer lo ocurrido debido a la amnesia peritraumática que sufre desde aquel día de 1990.
TRES DÉCADAS DESPUÉS
En 2023, cuando habían transcurrido más de tres décadas, el suceso volvió a cobrar protagonismo con la publicación del libro “Irunberri, 1990: Arroilaren negarra”, escrito por Pako Aristi. «La verdad de las muertes de Irunberri emerge 33 años después ante la derrumbada versión oficial», afirmaba Ramón Sola en su artículo del 21 de abril de 2023. La publicación es el resultado de la minuciosa investigación llevada a cabo por la asociación Gure Bazterrak de Oñati. Aristi utilizó tres medios de prueba: por una parte, el sumario del caso, que fue obtenido y sometido inmediatamente a rastreo porque se percibieron contradicciones; el testimonio de una mujer holandesa y varios niños gasteiztarras que se encontraban en el cañón aquel día; y las explicaciones de los colaboradores del comando. El autor enumera nada menos que una veintena de razones que hacen imposible la versión oficial, matizando que podrían ser más. Aristi resumió la cronología que se conoce con certeza en nueve folios, exactamente los mismos que empleó Corcuera para argumentar una versión oficial que no se sostenía. «Aquella es la única versión que se conoce, pero es falsa. Con la versión alternativa creo que nos hemos acercado bastante a la realidad. La de Corcuera es ficción casi completamente», afirmó Aristi en la presentación de la publicación. Al día siguiente, NAIZ se hacía eco de la realidad vivida por Rubenach en estas últimas tres décadas marcadas por la impotencia y la frustración por no poder recordar lo ocurrido el día en que perdió a su pareja, Susana Arregi.
Otro 25 de junio, esta vez en 1979, Enrique Gómez “Korta” perdía la vida en Baiona en un atentado del Batallón Vasco Español. Estando su pareja embarazada, «le dispararon desde un coche cuando se disponía a entrar al bar Udalaitz de Baiona», recordó su hijo Aratz en el homenaje tributado por Egia Zor en Gasteiz cuatro décadas después.
[2019] Ya lo adelantó GARA: a Begoña Urroz la mató el DRIL, no ETA
El calendario marcaba el 25 de junio de 2019. El Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo -con sede en Gasteiz y adscrito al Ministerio español de Interior- reconoció que la niña Begoña Urroz fue víctima en 1960 de una bomba del DRIL y no de ETA, como falsamente habían mantenido durante años las autoridades españolas pese a haber estudios que lo desmentían claramente.
El informe “Muerte en Amara. La violencia del DRIL a la luz de Begoña Urroz”, elaborado por el historiador Gaizka Fernández Soldevilla y el documentalista Manuel Aguilar, corroboraba que la niña de 20 meses, fallecida como consecuencia de la explosión de una bomba en la donostiarra estación de Amara el 27 de junio de 1960, efectivamente fue víctima del Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación (DRIL) y no de ETA. GARA dedicó el editorial del 26 de junio a este asunto.
Y es que este diario llevaba casi una década, exactamente desde el 12 de febrero de 2010, poniendo evidencias sobre la mesa. Pruebas que desmentían la tesis de que Urroz fuera la primera víctima de ETA. «Cómo se construye una mentira», era el elocuente título de aquel artículo firmado por Iñaki Egaña. Seis años atrás -su información se publicó el 5 de mayo de 2013-, el periodista Xavier Montanya obtuvo nuevos datos que confirmaban esta historia. Entre la documentación, que en el informe de 2019 pretendieron presentar como inédita, había datos que Egaña había venido explicando en repetidas ocasiones en GARA y NAIZ.
En declaraciones realizadas en NAIZ Irratia, Egaña afirmó que había habido «una manipulación tremenda en las dos últimas décadas». Señaló directamente a Florencio Domínguez Iribarren. El periodista nacido en Caparroso, director del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, estuvo presente en el acto de presentación del documento.
«La manipulación vino especialmente de su mano y no ha hecho autocrítica, no ha pedido perdón», criticó Egaña. En 2015, la tesis llegó hasta la ONU de la mano de los ministros José Manuel García-Margallo y Jorge Fernández Díaz. Además, el historiador destacó que el Ministerio del Interior del Estado español había reconocido dos años antes la autoría del DRIL y que el consejero de Interior del Gobierno de Lakua hizo «algo parecido».
Fue el entonces ministro del PSOE Ernest Lluch quien el 19 de septiembre de 2000 escribió en “El Correo” un artículo apuntando a ETA como autora de la muerte de Urroz, aun admitiendo que no había encontrado en publicaciones que la organización armada se atribuyera la colocación de bombas en 1960. Aquel mismo año, en 2010, el entonces presidente del Congreso español, José Bono, dio un paso más. Decidió fijar el 27 de junio como el Día de Homenaje a las Víctimas del Terrorismo, algo que se ha mantenido a pesar de que el informe se hiciera público dos días antes de la conmemoración correspondiente a 2019.
Así lo recordó Iñaki Altuna en las páginas de Gaur8: «Han querido atribuir a ETA la muerte de Begoña Urroz, y claro, siendo la ‘primera víctima’ de ETA, ¿qué día más propicio para hacer memoria a las víctimas? Mucho más propicio, evidentemente, que el aniversario de las acciones contra Melitón Manzanas o Carrero Blanco».
Egaña reveló que la Policía franquista estuvo infiltrada en el DRIL. «Los objetivos fueron marcados por un infiltrado policial, un antiguo falangista que había pertenecido a la guardia personal de Franco, Abderramán Muley Moré. Por cierto, si investigan a sus descendientes encontrarán una estrecha relación con Vox», advertía.
Desde el 10 de octubre de 2020 una placa colocada por el Ayuntamiento de Donostia recuerda a Urroz en Amara. En el acto, la hermana de la fallecida lamentó que su padre falleciera en 2011 «sin haber sido reconocido este atentado, sin saber quién fue y sin ningún tipo de reconocimiento. Falleció sin saber nada de esto», se lamentó.
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