Esta es la historia de una mujer llamada Chiara, actriz, hija de Marcello Mastroianni y Catherine Deneuve, que un verano en que su propia vida se tambalea, se dice a sí misma que preferiría vivir la vida de su padre. Ahora, empieza a vestirse como él, hablar como él, respirar como él, con tal fuerza que los que la rodean empiezan a creerlo y comienzan a llamarla ‘‘Marcello’’.

Christophe Honoré se adentra en un mundo cargado de emociones, relaciones complejas y exploraciones artísticas, en un homenaje al icónico cineasta italiano Marcello Mastroianni.

El film arranca con una idea brillante, Chiara Mastroianni brilla al transformarse en Marcello, posiblemente sea lo mejor del metraje junto a un encanto estético notable.

Sin embargo, a pesar de su noble propósito y su evidente intención de mostrar el amor que siente por el cine de la época, la película queda atrapada en sus propias referencias y no logra consolidarse como una obra verdaderamente significativa.

Durante su proceso de reencarnación, Chiara adopta el papel de varios Marcellos distintos. El principal problema de ‘‘Marcello mio’’ radica en cómo se pasean esos personajes en la escritura y en la manera en que la historia se desarrolla y afecta al conjunto. La película trata de entrelazar varios hilos narrativos pero esta ambición se convierte en un obstáculo, ya que el resultado es una historia que se siente dispersa; tropieza en su ejecución narrativa, no logra atrapar.

Tampoco alcanza su pleno potencial debido a una narrativa extraña y una dirección que prioriza lo estético sobre lo emocional; la puesta en escena es bastante monótona y convencional.

Deja una sensación de oportunidad desaprovechada, quedando más como un ejercicio estilístico que como una obra que realmente impacte.