Dabid LAZKANOITURBURU

Atención en Qatar

Qatar, la Noruega negociadora en Oriente Medio, ha dejado de intentar mediar entre Israel y Hamas. Base del Comando Militar Central de EEUU en la región, lleva meses soportando presión para que deje de ser asilo y sostén económico de la organización islamista palestina. Y ahora llega Trump.

(Europa Press)

El reciente anuncio de Qatar de que suspende su mediación entre Israel y Hamas, con críticas por «falta de seriedad» a ambos, ha pasado casi desapercibido.

Doha justifica su paso a un lado aduciendo que el diálogo está en un impasse insalvable.

Hamas rechaza un alto el fuego que no desemboque en el fin de la agresión israelí y le acusa de sabotearlo imponiendo nuevas condiciones. La organización islamista ya aceptó en verano una propuesta de EEUU, pero Israel obligó a Washington a incluir una cláusula sobre su presencia permanente en Gaza y el control del Corredor de Filadelfia a Egipto.

Israel insiste en que no dejará de atacar mientras no alcance dos objetivos: acabar con Hamas y llevar a casa a los rehenes que queden con vida y a los ya fallecidos. Objetivos ambos irreconciliables.

Qatar, mediador reconocido tanto a nivel regional (Afganistán, Siria...) como mundial (Ucrania), sabe que su concurso es imprescindible. Con su ingente riqueza proveniente del gas natural, su posición estratégica en el Golfo, su ascendiente musulmán (suní), y su todavía vivo potencial mediático (cadena Al Jazeera), el pequeño emirato mantiene relaciones con unos y otros.

La base aérea de Al Udeid alberga al Comando Central de EEUU en la región. Su alineamiento histórico y geográfico con las satrapías árabes no le ha impedido mantener relaciones con la teocracia chií de Irán, pese a las presiones de Arabia Saudí y Emiratos.

Doha albergó una oficina de los talibanes, lo que permitió una negociación que acabo en 2021 con 20 años de ocupación estadounidense. Y alberga la oficina de Hamas en el exilio. Más importante aún; desde que en 2006 los islamistas palestinos ganaran las elecciones palestinas, paga mensualmente los sueldos de las decenas de miles de funcionarios (policías, sanitarios...) en la Franja. Con el permiso desentendido de Israel.

Desde la incursión del 7 de octubre de 2023, Israel y EEUU presionan para que Qatar dé la puntilla a Hamas rompiendo relaciones y expulsando a su dirección en el exilio.

Tanto Qatar como Hamas han desmentido a la televisión pública israelí sobre el cierre de su oficina. No obstante, Doha ya hizo en abril un amago de expulsar a sus representantes a Turquía rebotando la pelota de la presión de EEUU e Israel a la propia Hamas.

Analistas no descartan que, siquiera temporalmente, sean expulsados a Turquía, que, incapaz de mantenerlos por su pertenencia a la OTAN, los derivaría a Irán.

Qatar es difícilmente prescindible y EEUU y el propio Israel lo saben.

Pero a nadie se le escapa que el anuncio de Qatar tuvo lugar cuatro días después de la victoria de Trump.

Los actores de la región se van reposicionando. Desde Qatar hasta Arabia Saudí que, con sus guiños a Irán, advierte al magnate de que se cobrará caro su alineamiento, y pasando por Israel, que sube la apuesta. En Gaza, en Cisjordania, en Líbano y en Irán.