Las fuerzas kurdas repliegan posiciones con la cobertura de EEUU
La coalición kurdo-árabe de las Fuerzas de Siria Democrática se ha visto obligada a replegarse en el noroeste del país y abandonar las ciudades de Deir Ezoor y Manbij ante los ataques de las milicias proturcas, que han dejado más de 200 muertos. La retirada de Manbij fue seguida de un alto el fuego mediado por EEUU. Con todo, los kurdos reclaman un papel en la transición.

Los ataques de las milicias proturcas que forman parte del nuevo poder en Damasco expulsaron de la ciudad de Deir Ezoor a la alianza kurdo-árabe de las Fuerzas de Siria Democrática (FSD). El denominado Ejército Nacional Sirio (ENS), amparado por Turquía, lleva a cabo una campaña militar contra las zonas de Kurdistán (Rojava) y el este de Siria que, desde la expulsión del Estado Islámico (ISIS), constituyen una administración autónoma.
Las FSD habían ocupado Deir Ezoor el pasado viernes, tras la retirada del Ejército sirio, para protegerla de «los grupos mercenarios afiliados a la ocupación turca», y ante el temor de que fuera ocupada por el ISIS, aún operativo en el desértico centro de Siria.
Esta alianza liderada por kurdos, y también integrada por árabes y asirios, está en el punto de mira de Turquía, que sigue atacando regularmente las localidades kurdas. Ayer mismo bombardeó Kobane.
Horas antes, en Manbij, al oeste del río Eúfrates, la retirada de las FSD tras los ataques de las milicias proturcas fue seguida de un alto el fuego con mediación de Estados Unidos, según confirmó el comandante en jefe de las FSD, Mazlum Abdi.
Indicó que el Consejo Militar de Manbij llevaba resistiendo los ataques desde el 27 de noviembre y que su objetivo «es lograr un alto el fuego general en todos los territorios sirios e iniciar un proceso político para el futuro del país».
En tres días de combates entre milicias proturcas y kurdo-árabes se han producido al menos 218 muertos, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
El anuncio de la retirada y el alto el fuego coincidió con la visita del comandante del Comando Central de EEUU, el general Michael Kurilla, a las tropas estadounidenses en Siria, así como a las fuerzas kurdas que respalda, y calificó a las FSD de «socios en la lucha contra el Estado Islámico». A su vez, el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, visitará mañana Turquía para tratar con su homólogo turco, Hakan Fidan, el nuevo escenario que se abre en la región. Washington tiene 900 soldados desplegados en Siria, y colabora con las FSD, pero está aún por aclarar qué va a hacer tras el cambio de régimen en Damasco.
Mientras el actual presidente, Joe Biden, indica que se mantendrá este apoyo, el próximo, Donald Trump, ha sugerido que dejarán de intervenir.
En 2019, bajo la primera Administración de Trump, las FSD se vieron abandonadas por EEUU, sobre todo durante la ofensiva turca que acabó ocupando parte del territorio kurdo. En esa situación, los kurdos se vieron obligados a compartir algunas zonas con el Gobierno de Al Assad.
UN PAPEL EN LA TRANSICIÓN
La aspiración de las FSD y de la administración autónoma del norte y noreste de Siria es mantener su autogobierno, que el anterior régimen rechazó y que Turquía y sus «proxys» combaten hace años.
Pese a la pérdida de Deir Ezoor, Manbij y antes de la estratégica Tal Rifaat, los kurdo-árabes mantienen su intención de tener un papel importante en el futuro de Siria. La ministra de Exteriores en la administración autónoma, Ilham Ahmed, afirmó que un Gobierno de Hayat Tahrir al Sham (HTS), sin su participación, «no será aceptable».
Ahmed instó a que la transición se encamine a un Estado federal, que respete todas las comunidades étnicas y religiosas. «Las puertas del diálogo con HTS siguen abiertas», aseguró. La dirigente kurda también pidió el cese de la guerra declarada por los proturcos del ENS, que dijo no saber hasta qué punto está respaldada por HTS.
Alertó de que árabes, kurdos, asirios y turcomanos «están siendo sometidos a una guerra de exterminio por parte de las facciones leales a Turquía» y que estas podrían liberar a miles de presos del ISIS encarcelados en prisiones kurdas.
Irán y Rusia apuntan a un plan de Washington
El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, afirmó ayer que la caída del régimen de Bashar al Assad en Siria fue resultado de un plan por parte de Estados Unidos, Israel y un país de la región. «No debe haber duda alguna de que el principal factor detrás de lo que pasó en Siria fue planeado en salas de mando de Estados Unidos e Israel», indicó, añadiendo que «un país vecino de Siria jugó un papel obvio y aún lo está jugando. Todo el mundo puede verlo», dijo, en velada referencia a Turquía, que respalda a varios de los grupos que han derrocado a Bashar al-Assad.
A su vez, el viceministro de Exteriores ruso, Serguei Riabkov, señaló que EEUU actuó de «titiritero geopolítico» en los acontecimientos en Siria «y sigue desempeñando» ese papel. Agregó que existe un peligro real de que «el Estado Islámico y otras organizaciones terroristas vuelvan a levantar cabeza allí. Esto es alarmante».GARA

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