Raimundo FITERO
DE REOJO

Bailar libera endorfinas

Ajusto la mirada, abro mi dispositivo de reflexionar de pie y concluyo que todas las personas participante en la Big Fucking Party que se está celebrando estos días en unas campas alrededor del fantasmal aeropuerto de Ciudad Real me representan. O al menos me identifico con su manera de entender su estancia en la Tierra en estos tiempos tan rotundos en cuanto a la intransigencia fundamentalista basada en la más absoluta irracionalidad.

Si las informaciones difundidas por los medios se acercan a la realidad, se congregan cinco mil personas que han llegado de diferentes puntos de Europa y que, con una convocatoria casi secreta, que da las coordenadas del lugar con muy poco tiempo, logran crear una suerte de fiesta infinita, «rave», la definen quienes deliran desde los deseos de represión de cualquier manifestación de libertad sin ira ni IVA. Sus protagonistas no quieren ser objeto del mercantilismo informativo y limitaban la presencia de cámaras, pero las pocas imágenes que nos llegan, nos parece que se trata de un festival de la libertad con muchas ofertas. La situación es paradójica. No están haciendo nada ilegal, pero tampoco cumplen con ninguna de las normas administrativas, por lo que la policía lo único que hace es controlar los accesos, hacer registros, ver si pillan una china de buen costo o alguna pastilla. Lo demás trascurre con armonía, músicas diversas y buen rollo hasta el lunes, cuando desmontarán sus escenarios, sus cocinas y tiendas de campaña y dejarán la campa como si nada hubiera pasado. Bailar libera endorfinas. Que no se te olvide nunca.