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BILBO

Matxalen Bilbao celebra sus 25 años como creadora con una pieza

Matxalen Bilbao estrena su nueva pieza larga, “Hustu; elogio al vacío”, este fin de semana en La Fundición. La coreógrafa, bailarina y docente vasca celebra de esta manera un cuarto de siglo de andadura artística. En esta creación la acompaña Natalia García Muro.

Natalia García Muro y Matxalen Bilbao (derecha) en la nueva obra.
Natalia García Muro y Matxalen Bilbao (derecha) en la nueva obra. (Jesús ROBISCO)

Matxalen Bilbao empezó en la danza hace 38 años y fue en 2000 cuando decidió lanzarse a levantar sus propias producciones. La primera fue aquel recordado “Mutis” -que hoy da nombre al espacio de formación en danza y creación que codirige en Leioa- y, desde entonces, ha dado a luz a una decena de montajes más.

El estreno de “Hustu; elogio al vacío” tendrá lugar en La Fundición (con entradas agotadas ya para el sábado), un teatro que ha estado unido a la carrera de Bilbao desde los inicios de su andadura.

En su nueva obra, Matxalen Bilbao y Natalia García Muro (coreógrafas e intérpretes) se hacen una pregunta: ¿Se puede vaciar una de sí misma? Para ahondar en ello, han querido «atravesar la idea del vacío en todas las capas de la danza». El espacio, el tiempo, el sonido (en este caso el silencio), el movimiento (en este caso la quietud)... se muestran vacíos para acercarse a lo esencial. «Creo que esta es una propuesta coherente con mi camino, en el que siempre he tratado de entender la danza desde la profundidad, interrogando a la propia danza: al movimiento, al espacio, al tiempo...», resume la también directora de la pieza.

Se trata de una obra austera, sin adornos, «ni elementos superfluos», que cuenta con espacio sonoro de Mikel R. Nieto, diseño de iluminación de David Alcorta y audiovisuales de María Etxaide. «Es un acto político-poético como respuesta a esta tendencia de consumo rápido, de exceso de ruido y falta de contenido».

Su compañera en escena, García Muro, alaba a quien reconoce como su «madre en la danza» y añade que conecta profundamente «con su mirada hacia la danza, su planteamiento, su ética, su imaginario, su manera de trabajar...». Y agrega que se siente «orgullosa» de recoger su legado y poder transmitirlo.

Ambas forman un “tándem perfecto”, en palabras de Bilbao: «Con Natalia puedo desplegar todas mis ideas sin que haya prejuicios ni juicios, y eso es maravilloso porque una tiene que desarrollar su trabajo y su creatividad más allá de si lo que hace le va a gustar o no a alguien».