Medio siglo con una pregunta sencilla y respuestas complejas
El grupo empresarial Gureak cumple cincuenta años, desde su fundación en 1975. En la actualidad ofrece empleo a más de 6.000 personas, el 83% de las cuales tiene algún tipo de discapacidad. Su sede central de Goienetxe, ubicada en el barrio donostiarra de Berio, abre de par en par sus puertas para GARA.

Ha pasado medio siglo desde que un grupo de familias de Gipuzkoa, integrantes de Atzegi, se preguntó «eta gureak, zer?». Diez años antes se había cuestionado lo mismo sobre el recorrido educativo de sus hijos e hijas, unos jóvenes que debido a sus discapacidades intelectuales no encontraban encaje en el sistema. De ahí brotaron, o más bien hicieron brotar, una serie de centros de enseñanza diseminados por la geografía del territorio.
Pasó el tiempo, y a mediados de los 70, en plena industrialización, esos alumnos habían cumplido etapas y se encontraban frente a un futuro laboral más que incierto. «Eta gureak, zer?». Así que sus familiares solicitaron ayuda a un grupo de emprendedores y «abrieron una nueva empresa sin ánimo de lucro para atender a una necesidad social». La filosofía, al igual que con las escuelas, seguía siendo abarcar todo Gipuzkoa, para evitar desplazamientos más allá de 15-20 kilómetros.
A día de hoy Gureak da empleo a 6.100 personas, de las cuales un 83% cuenta con algún tipo de discapacidad superior al 33%. Unas 5.500 trabajan en Gipuzkoa y el resto en instalaciones en Araba y Nafarroa. Además, tiene oficinas comerciales en Barcelona y Madrid.
Las actividades están repartidas en cuatro divisiones: Itinerary, Industrial, Zerbitzuak y Datapost. Los tiempos han cambiado y actualmente el colectivo mayoritario es el de personas con algún tipo de enfermedad mental, mientras que las discapacidades intelectuales van a menos porque se pueden detectar durante el embarazo.
Coincidiendo con este aniversario, el director general de Gureak, Asier Vitoria, ejerce como cicerone de lujo en una visita guiada por las instalaciones de Goienetxe, la sede central ubicada en lo alto de la zona donostiarra de Berio. Quien llega por vez primera se asombra por el gran tamaño de esta mini-ciudad que se alza a los pies del monte Igeldo.
APRENDER HACIENDO
La parte más cercana a la entrada está dividida en cuatro edificios de planta cuadrada, separados por sendos pasillos perpendiculares. En el punto en que se cruzan se alza una pequeña cafetería, que sirve, además, como establecimiento para prácticas de hostelería. «Aquí aprenden a preparar, a servir, a tratar con clientes, a cobrar…», enumera Vitoria. El mismo concepto de prácticas vale para un grupo que trabaja muy cerca en tareas de jardinería, un servicio que diferentes ayuntamientos tienen contratado con Gureak. Learning by doing, que se dice en inglés. Aprender haciendo, que se ha dicho toda la vida.
Asier Vitoria destaca la importancia de «tocar muchos palos», diversificar su producción, para cubrirse ante posibles apreturas en determinados sectores. Eso de poner los huevos en diferentes cestas. A ello se suma que la mano de obra está formada por personas con circunstancias muy diferentes y que, al contrario que en una empresa al uso, es el proceso el que se debe adaptar a las personas, y no al revés. «Tenemos ingenieros que se dedican a diseñar el producto, pero en Gureak tiene más peso la ingeniería de procesos».
Otra característica que se busca es la estabilidad, proyectos a largo plazo que no obliguen a estar cambiando constantemente, y sin picos de producción, de tal forma que la curva de aprendizaje y el ritmo sean llevaderos. En la división industrial ofrecen productos «que tengan plástico, electrónica y cables» para sectores como automoción, hogar inteligente, movilidad vertical (ascensores y escaleras), energía eólica o sanidad. Todo con la calidad requerida y los certificados necesarios. «Los clientes no nos exigen menos por el hecho de ser un centro especial de empleo», recalca.
De la cafetería caminamos hacia otro edificio, en cuya parte baja se encuentra el taller industrial, compuesto por diferentes líneas en las que operarios y operarias van ensamblando piezas hasta finalizar el montaje del producto. Por ejemplo, unos pilotos luminosos que se instalan en retrovisores de vehículos de alta gama.
Los ingenieros han diseñado una especie de bandeja, una cuna en la que se inserta cada pieza y que solo encaja en una posición determinada, para evitar errores. A partir de ahí se van uniendo y conectando los elementos, en una cadena altamente flexible para adaptarse a las habilidades de cada persona. Otras piezas se llevan a cabo en mesas individuales, porque hay gente que prefiere trabajar en solitario.
Una mujer con síndrome de Down nos explica con entusiasmo cómo revisa unos enchufes y qué hace cuando encuentra alguno defectuoso. Porque las piezas del taller se comprueban una a una.
EN RECUERDO A IÑIGO OIARZABAL
Por unas escaleras se asciende al piso superior, con un amplio espacio para descansar, socializar… Una pantalla de considerables dimensiones expone los platos del menú de ese día. Salimos nuevamente a la calle y nos dirigimos al edificio más reciente, inaugurado en 2023 bajo el nombre de IOMe (Iñigo Oiarzabal Mujika eraikina), en recuerdo al anterior director de Gureak, fallecido en 2018.
Este edificio está enfocado a la preparación académica, después de que Gureak lograra la homologación para ofrecer Formación Profesional reglada. Tras las puertas nos recibe Miren Busnadiego, una de las responsables.
Unos 75 alumnos y alumnas cursan estudios de Comercio o Servicios Administrativos, que están divididos en tres años, en vez de en los dos cursos habituales. Todo esto nos lo explica Markel Zubimendi, un estudiante de 2º, quien nos guía por unas instalaciones alejadas del diseño tradicional de un aula. Se trata de un entorno amable, que genera calidez y que, además, cuenta con unas cristaleras espectaculares, al frente de las cuales destacan en el horizonte las torres del Seminario, en el Antiguo.
Una de las dependencias simula una tienda de ropa -lo expuesto es de segunda mano y se puede comprar a través de Vinted, en la cuenta Guretxukundu- y otra un supermercado con productos de alimentación, droguería, higiene… Aquí también, aprender haciendo.
Del IOMe regresamos al punto de partida, donde nos aguarda Gaizka Iriarte, responsable de Datapost, antes Gureak Marketing. Una división que ha evolucionado enormemente, ya que tiene su origen en el reparto de extractos bancarios y otro tipo de comunicaciones. «Con el paso de los años se ha ido relacionando más con entornos digitales. Aunque seguimos manteniendo nuestra posición en el reparto físico. Ahora lo que te llega así a casa son impuestos y multas. En Gipuzkoa también hacemos reparto de correo ordinario, cubrimos un 70% del territorio con 110 carteros», apunta.
DIGITALIZACIÓN Y ARCHIVO
Una de las tareas a las que se dedican es la digitalización y volcado de documentos que estaban guardados en papel, como historiales clínicos de Osakidetza o el Archivo Municipal de Donostia. Además de escanearlos se trata de «añadirles valor», para que las búsquedas sean más rápidas y efectivas. «Ahora mismo estamos digitalizando los registros civiles de Euskadi», indica Iriarte. Además, Gureak Datapost ofrece espacios para la custodia de toda esa documentación en condiciones adecuadas de humedad y temperatura.
Tampoco el boom de la inteligencia artificial (IA) les resulta ajeno. Durante la visita, uno de los empleados muestra cómo enseña al algoritmo a detectar fresas en una fotografía y a identificar su grado de maduración, lo que en el futuro servirá como herramienta durante la recolección.
No solo se trabaja con imágenes, sino también con audios, con el objetivo de que transcriban tanto lo que se dice como quién lo dice y su tono, modelos que sean capaces de distinguir el enfado o la ironía. «Para eso hay que andar etiquetando un montón de audios. Cuánto más le cargues más fiable es el modelo. Por ejemplo, para transcribir un juicio, que la máquina sepa quién ha hablado en cada momento y cómo lo dice».
Cerca de estos ordenadores hay otro grupo que se dedica al back office, gestiones administrativas sin contacto con los clientes. Por ejemplo, las reclamaciones de una línea aérea. «No las recogemos nosotros, tenemos una plataforma en la que está todo muy procedimentado, los flujos de respuestas están muy definidos», explica Iriarte.
La última parte de la visita huele a tinta. En la imprenta se apilan multas de tráfico, informes médicos que requieren estrictas políticas de confidencialidad, kits para la detección temprana del cáncer de cólon y otras enfermedades… Algunas máquinas se dedican a la fabricación de soportes de plástico, como tarjetas sanitarias de diferentes administraciones autonómicas o monederos digitales para el transporte público.
Cerramos el círculo. Asier Vitoria subraya que el objetivo de Gureak es ofrecer a cada persona su propio itinerario, porque cada una es diferente y sus circunstancias van cambiando a lo largo de su vida. «Hay un servicio de orientación especializado, quienes hacen las entrevistas aquí no son como una persona que está atendiendo en una oficina de Lanbide. E independientemente de la actividad que se haga, la persona de orientación va a ser la persona de referencia en todo el desarrollo profesional».
Cincuenta años han transcurrido desde la famosa pregunta del principio, «eta gureak, zer?». Se antoja complicado creer que llegasen siquiera a soñar hasta dónde iba a llegar la respuesta.

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