EEUU e Irán se sientan a negociar tras una escalada de amenazas
Irán y EEUU se sientan hoy en Omán a negociar el programa nuclear iraní tras semanas de amenazas de ataques militares por parte de Washington y demostraciones de fuerza de Teherán que, con todo, necesita acabar con las sanciones. No hay acuerdo sobre si el contacto será directo ni sobre el contenido, entre dos partes con una absoluta desconfianza y con culturas negociadoras dispares.

Irán y Estados Unidos llegan hoy a las conversaciones sobre el programa nuclear iraní en Omán tras varias semanas de escalada verbal, con amenazas por parte de Donald Trump sobre posibles ataques y avisos del país persa de cortar toda cooperación con la agencia atómica de la ONU.
El ministro de Exteriores iraní, Abas Araqchi, y el enviado especial estadounidense para Oriente Medio, Steve Witkoff, representarán a sus países en unas negociaciones que Washington aseguraba hasta ayer que serán directas y que Teherán insiste que se producirán de manera indirecta con mediadores omaníes.
Teherán rechaza sentarse directamente con quien considera «un matón» y defiende que un encuentro indirecto se basa en «una decisión estratégica arraigada en la experiencia», dado el «importante muro de desconfianza» entre ambas partes.
Además de las diferencias acerca del formato, Irán quiere limitar las conversaciones a la naturaleza de su capacidad nuclear, mientras Washington busca incluir el programa de misiles y el apoyo iraní a grupos regionales como los huthíes de Yemen o los libaneses de Hizbulah.
También existe un abismo entre el estilo de Trump, que se tiene a sí mismo por un buen negociador, pero que se basa en el chantaje y la amenaza, y la tradición persa de negociaciones largas y enrevesadas. Araqchi es un veterano diplomático que ya participó en el pacto de 2015 y al que su contraparte en aquella ocasión, la estadounidense Wendy Sherman, definió como «firme, decidido, tranquilo».
Witkoff, sin experiencia diplomática, se ha convertido en un «superenviado» de Trump al cargo de las negociaciones en Ucrania y Oriente Medio gracias a su gran afinidad con el presidente, con el que comparte también el origen inmobiliario de su gran fortuna.
Washington ha impuesto la llamada política de «máxima presión» contra Teherán con al menos seis rondas de sanciones para detener la venta de petróleo iraní y ha insistido en que bombardeará al país persa si no se cierra un acuerdo. «Si se requiere acción militar, tendremos acción militar», afirmó Trump el miércoles, y añadió que Israel «obviamente estaría muy implicado» en una operación de ese tipo.
El lunes utilizó la misma retórica cuando advirtió de que Irán estará «en grave peligro» si no se alcanza un acuerdo. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, presiona para que EEUU bombardee cuanto antes infraestructuras energéticas y estratégicas iraníes.
Ante las amenazas de Trump, Teherán ha respondido que podría dejar de cooperar con la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y expulsar a sus inspectores.
Irán también podría considerar llevar los materiales enriquecidos a lugares seguros. Ese material llega ahora a 8.294 kilos, 274 de ellos a una pureza del 60%, según datos de la AIEA, muy por encima de los límites de 300 kilos de uranio a un máximo del 3,67% fijados en el pacto de 2015.
A la vez, el Ejército iraní y la Guardia Revolucionaria han llevado a cabo en los últimos meses maniobras militares y la exhibición de sus arsenales de misiles como demostración de fuerza.
Pero Teherán necesita el levantamiento de las sanciones estadounidenses que han hundido su economía, lastrada por una inflación del 40% y una divisa en continua devaluación, lo que alimenta el descontento del pueblo iraní, que es el que paga el castigo estadounidense.
Todo ello apunta a unas complicadas negociaciones siete años después de que Trump rompiera el acuerdo de 2015 firmado entre Irán y seis potencias, que limitaba el programa nuclear iraní a cambio del levantamiento de las sanciones. Desde entonces Irán ha aumentado de forma considerable su capacidad atómica, aunque siempre ha insistido en que no busca armas nucleares e incluso una fatua del líder supremo, Ali Jamenei, prohíbe su desarrollo.
Demanda contra la venta de armas a Israel
El Tribunal de Apelación del Este de Copenhague declaró «inadmisible» la denuncia de cuatro ONG contra la venta de armas danesas a Israel, al estimar que «no pueden considerarse afectadas de manera tan directa, individual y concreta que cumplan las condiciones generales del derecho danés en materia de legitimación activa». Los demandantes levarán el caso ante el Tribunal Supremo. «Si como organizaciones de derechos humanos no podemos llevar este caso ante los tribunales, nadie en Dinamarca tendrá interés legal en hacerlo», declaró Tim Whyte, secretario general de ActionAid Dinamarca, que junto con la organización palestina de derechos humanos Al-Haq, Amnistía Internacional y Oxfam presentó la denuncia contra el Ministerio de Exteriores danés y la Policía ante el riesgo de que «el material militar danés (piezas de repuesto para los cazas estadounidenses F-35) pueda ser utilizado para cometer graves crímenes contra civiles en Gaza». Para Whyte, «este es un precedente muy peligroso». «La posición de Dinamarca sobre los controles de las exportaciones, incluido el programa F-35, es coherente con las obligaciones aplicables de la UE y del derecho internacional», se defendió el Gobierno danés. GARA
El 66% de Gaza ya es «zona prohibida»
El 66% del territorio de Gaza son ya zonas «prohibidas» por el Ejército israelí a la población palestina. Ayer, ordenó una nueva evacuación forzosa de zonas de la ciudad de Gaza y de varios barrios del este de Jan Yunis, donde de madrugada un ataque contra un edificio residencial dejó diez muertos, incluidos siete niños, todos de la familia Mazen al-Farra, de entre 3 y 13 años de edad. «¿Cómo se atreven a matar a niños? Hemos llevado a niños hechos pedazos al hospital Nasser», denunció el hermano del padre de familia muerto. «Decimos al enemigo sionista que no le vamos a perdonar. Lucharemos en este mundo y en el más allá», añadió. A los hospitales llegaron los cuerpos de otros 26 palestinos, entre ellos seis que fueron hallados entre los escombros.
Según datos de noviembre de 2024, más de 1.400 familias palestinas han tenido que ser borradas del registro civil tras la muerte de todos sus miembros, mientras que de otras 3.463 familias solo queda un superviviente con vida. Esos datos han empeorado sobre todo tras el regreso a los ataques masivos el pasado 18 de marzo por parte de Israel. Desde entonces ha matado a unas 1.500 personas y herido a más del doble, y los ataques contra bloques residenciales, tiendas de campaña, hospitales y refugios son constantes. GARA

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