Desarraigo, cosificación y apartheid
Tras su paso por el Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia llega a las salas “Ernest Cole: Last & Found”, documental que ahonda en la figura del fotógrafo sudafricano que confrontó al mundo con los horrores del apartheid y que, posteriormente, sería marginado por una sociedad que lo utilizó como ariete político.

Desde que debutase en la dirección con “Haitian Corner”, Raoul Peck (Puerto Príncipe, 1953), ha hecho de la cuestión racial el tema vehicular de la mayor parte de sus películas, ya sean largometrajes de ficción o, en su mayoría, documentales. Su activismo es bien conocido. En 1996 sirvió como ministro de cultura de su país en el Gobierno del izquierdista Rosny Smarth, pero su carácter militante lo ha venido desarrollando preferentemente detrás de la cámara.
Cuando hablamos de la cuestión racial no nos referimos únicamente a la denuncia implícita en todas las realizaciones de Peck sobre la violencia que ha venido padeciendo la población afrodescendiente en las sociedades occidentales, sino a las reflexiones subyacentes a ese racismo endémico que convierte el hecho de ser negro en una suerte de cliché, hasta el punto de hacer de la raza un factor determinante de cara a establecer las responsabilidades individuales y colectivas que ha de asumir esa persona a la hora de encarnar una serie de valores o ideales.
Así las cosas, bien puede decirse que la obra cinematográfica de Raoul Peck nos confronta con las servidumbres que conlleva el hecho de ser negro y con la frustración que provoca en aquellos que pretenden verse legitimados por su talento, no por su raza. Visto así, es normal que el cineasta haitiano se sintiese atraído por la figura de Ernest Cole, el fotógrafo sudafricano que alcanzó notoriedad universal en 1967, tras publicar el libro “House of Bondage”. A través de las imágenes contenidas en dicho volumen, el mundo pudo tener un testimonio gráfico absolutamente escalofriante sobre las miserables condiciones de vida que se les reservaba a los negros en una sociedad segregada. Aquella certificación del apartheid contribuyó al aislamiento internacional de Sudáfrica, aunque dicho aislamiento tuvo una respuesta desigual.
Por el contrario, a Ernest Cole le valió para adquirir prestigio internacional pero, a la vez, lo alejó de su país, donde su libro fue prohibido. Y es en ese punto donde realmente comienza el documental de Peck, cuya cercanía emocional con Cole viene dada por la condición de exiliados que ambos comparten: «Es algo que ha dominado mi trabajo desde mi primera película. Estoy aquí y en otro lugar al mismo tiempo toda mi vida. Siempre que estaba en Francia, en Alemania o en Estados Unidos, también estaba en Haití. Y cuando vi las fotos de Ernest pude ver que ahí también se manifestaba esa sensación».
A partir de ahí, lo que se nos cuenta en el documental es una historia de desarraigo, un sentimiento que fue creciendo en Ernest Cole con el paso de los años. Primero, mientras vivía en Nueva York; posteriormente, al trasladarse a Suecia, y, finalmente, en su regreso a la ciudad de los rascacielos, por la que fue deambulando sintiéndose un muerto en vida, y donde terminó durmiendo en albergues y falleciendo de un cáncer en 1990, un mes antes de cumplir los cincuenta años.
En este sentido, Raoul Peck es concluyente cuando comenta: «La gente piensa, ‘¡Oh, estás en Nueva York!, así que eres feliz y eres libre’. Eso no es así, llevas todo sobre tus hombros. Hay un momento en el que Ernest dice: ‘Llevas el olor de la prisión sobre ti’. Ese olor no desaparece cuando vas a Nueva York. La humillación no desaparece. Está incrustada en ti». Puede que, efectivamente, crecer en un entorno hostil como el del apartheid contribuyera a esa autoestima mermada que terminó por definir una personalidad como la de Ernest Cole, pero esa sensación, lejos de desaparecer, se vio incrementada en él al tomar contacto con una realidad social, como la de EEUU, donde la situación de los negros distaba, en realidad, de ser mucho más boyante que la que él había vivido en Sudáfrica.
FOTOGRAFÍA Y MIEDO
El punto de inflexión se produjo durante un viaje al sur profundo, concretamente a Alabama, a donde Cole marchó con el encargo de fotografiar la realidad de los afrodescendientes en dicho estado, donde aún imperaban leyes segregacionistas. Aquello le produjo un shock tremendo y, según les comentó a algunos allegados, haciendo fotos a aquellas personas sintió por primera vez lo que es el miedo. En su país natal corría el riesgo de ser encarcelado y torturado, pero en Alabama sintió que en cualquier momento podía aparecer un supremacista blanco armado y descerrajarle dos tiros mientras hacía su trabajo.
Pero lo peor vino después, a su vuelta a Nueva York, cuando aquellos que le habían encargado aquel reportaje gráfico determinaron que las imágenes captadas por la cámara de Cole eran muy frías, que carecían de la «verdad» de aquellas otras con las que él había documentado el racismo en su Sudáfrica natal. En ese preciso instante, a Ernest Cole le sobrevino una pregunta: «¿Qué quieren de mí?». Y ahí es donde el documental de Peck se adentra en otro escenario escabroso, el de la cosificación. Porque instalado en Nueva York, Ernest Cole se dio cuenta de que aquellos que lo contrataban no lo hacían en calidad de fotógrafo, sino de activista. Si quería lograr la aprobación de las élites liberales blancas, sus imágenes tenían que estar forzosamente impregnadas de un espíritu de denuncia, de otro modo su trabajo no interesaba y su figura apenas suscitaba interés. Estaba, por lo tanto, obligado a interpretar un personaje, a ser una suerte de instrumento del que el establishment neoyorquino pretendía servirse para lavar su mala conciencia.
Pero cuando Cole publicó “House of Bondage” no lo hizo bajo la pretensión de alumbrar un arma que concienciase a la comunidad internacional, sino de captar el día a día de su gente a través de gestos espontáneos, miradas sutiles y escenarios reveladores de una realidad indeseable. En EEUU le obligaban no a reflejar la realidad, sino a crear una realidad que sirviera para la defensa de unos fines políticos. Aquello terminó por desalentarle y poco a poco fue abandonando la fotografía. Esa sensación de melancolía se intensificó al verse lejos de su país, sin apenas aliados ni amigos con los que compartir su frustración. La íntima convicción de que no viviría para poder regresar a Sudáfrica no hizo sino acentuar un cuadro de depresión agudo.
En 2017, casi tres décadas después de su muerte, en la caja fuerte de un banco sueco aparecieron miles de negativos, fotografías y notas originales del trabajo desarrollado por Ernest Cole. Cómo acabó aquel material allí sigue siendo un misterio, un misterio que la sociedad financiera encargada de custodiar dicho legado jamás ha querido aclarar. Su único objetivo fue quedarse con la titularidad de todo aquel material, que hoy tiene un valor incalculable. Con tal fin (y eso también lo narra Peck en su documental) contactó con los descendientes de Ernest Cole pretendiendo que diesen su consentimiento a sus pretensiones. De nuevo la élite blanca pretendiendo embaucar a aquellos a quienes considera social y racialmente inferiores en el deseo de arrebatarles algo que legítimamente les pertenece. La misma retórica que definió el colonialismo y que hoy se perpetúa bajo las formas que impone el nuevo capitalismo (en las finanzas, en la política, en los medios de comunicación). Cuando Ernest Cole asumió esta evidencia y constató el rol que ese nuevo capitalismo parecía tenerle reservado, su trabajo dejó de tener sentido para él.
APARTHEIDAREN IRUDIAK, ERNEST COLEN OBRAREN BIDEZ
Raoul Peck-ek zuzenduta, Ernest Cole argazkilari hegoafrikarraren obrari buruzko dokumentala ikusgai dago zinema aretoetan. Arrazakeriaren ur sakonetan sartzen da Colen lana, argazkien bidez diskriminazioaren eta apartheidaren lekukotza emanez. Estatu Batuetan izandako bizipenek markatu zuten bere obraren zati handi bat. Dokumentalean azaltzen denez, kontzientziak astintzea ere bazen bere helburuetako bat. Hamarkadak igaro behar izan ziren bere lana kutxa gotor batetik berreskuratzeko eta orain pantaila handian ikus daiteke.

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