La conocida como cantante de exaltación a los gorilas, fracasada en Eurovisión, Melody, dio un espectáculo televisivo con formato híbrido entre tertulia de los nidos de mentiras de la derecha española y consultorio de mamarrachadas de madrugada para señalarse como lo que parecía, una señora que tiene mucho brío, mucho rollo y muy poca formación consistente, además de mantener una actitud beligerante, soberbia y sin dudar jamás de que la canción que llevó era una castaña por muchos adornos, efectos y demás sucedáneos que le pusieran para intentar salvar las deficiencias manifiestas que mostraba.

Es decir, que ha traído cola su actuación y las opiniones sobre la misma y la votación y su desaparición posterior durante diez días. Y la cola venía adherida a una bata de raso satén y que una vez vista su ceremonia de excusas múltiples y de falta de asunción de un poco de crítica general, ha quedado para ser pasto de las televisiones de eso que se llama de manera abierta la facho esfera, como los gorilas que tanto le ayudaron a ser conocida, porque asegura que la culpa fue… ¡exacto!, un asunto político por lo manifestado por Pedro Sánchez de Israel y el genocidio.

Así que, de manera imborrable, se hace sólida la advertencia dicha por un doctor que asegura con énfasis «si llenas tu día de decepciones, no espere tener buena salud. Queda claro, la salud no es algo donado por la genética de manera altruista, hay que contribuir de manera activa desde el pensamiento, la música buena en el tiempo preciso y los deseos cumplidos para que llegue a ser duradera. O mucho mejor, eterna.