La novela social de Julián Zugazagoitia realza a una figura olvidada
‘‘El asalto’’ es el título de la segunda novela de Julián Zugazagoitia que la editorial Txalaparta publica tras ‘‘El botín’’ que, junto a ‘‘Los trabajos clandestinos’’, conforman una trilogía sobre la huelga y la vida socialista de este periodista, escritor y político bilbaino fusilado por los fascistas en Madrid después de ser apresado por la Gestapo.

‘‘El asalto’’ es el título de la segunda novela de Julián Zugazagoitia Mendieta que la editorial Txalaparta edita. Su publicación sirve para realzar la figura del periodista, escritor y político socialista bilbaino. Su obra es un apasionado relato de los orígenes del movimiento obrero vasco y la vida del autor reflejo del compromiso militante que le llevó a ser fusilado en 1940, en Madrid, después de ser arrestado en París por la Gestapo con la colaboración del policía español Pedro Urraca y entregado a los franquistas.
Será presentada el 10 de junio en la librería Elkar Iparragirre de Bilbo, a las 18.30, de la mano del autor del prólogo Fernando Martínez Rueda y la editora de Txalaparta Ane Eslava.
Fue una vida intensa la de Zugazagoitia, nacido el 5 de febrero de 1899 en Bilbo y fusilado por los franquistas el 9 de noviembre de 1940 en las tapias del cementerio del Este de Madrid. Ya para 1920 era presidente de las Juventudes Socialistas en el Botxo, donde se afilió en 1914, y desde esa responsabilidad se opuso a la escisión que daría lugar al Partido Comunista de España (PCE). Se crió en Bilbao la Vieja, corazón de los barrios obreros de la capital vizcaina.
Las biografías apuntan a que Zuga tuvo como referentes a Tomás Meabe, Pablo Iglesias e Indalecio Prieto pero la primera vinculación con el PSOE deriva de la influencia paterna, ya que su progenitor era el obrero metalúrgico Fermín Zugazagoitia Aranguren, un militante destacado en Bizkaia, que presidió la agrupación socialista local y fue concejal por el distrito de San Francisco entre 1905 y 1909.
Pronto se sumergió en el periodismo y se involucró en varias publicaciones, como ‘‘El Liberal’’ y ‘‘La Lucha de Clases’’, de la cual fue director en 1921. Más tarde, lo hizo en ‘‘El Socialista’’. Su carrera literaria despegó a raíz de que la dictadura de Primo de Rivera lo condenase por un delito de imprenta al destierro en Santoña, para luego establecerse en Madrid. En el lustro que estuvo en la localidad cántabra, aprovechó para dedicarse a la creación literaria sin descuidar su activismo.
Fermín, como también le apodaron, destacó por ser uno de los precursores de la novela social. Buscó una literatura comprometida en la que las masas vieran reflejados sus problemas. Para ello empleó una técnica en la que mezclaba ficción con historia, personajes o sucesos reales con otros recreados.
Sus primeras obras estuvieron muy ligadas a su trayectoria vital. ‘‘Una vida anónima’’ (Madrid, 1927) narra la vida de Fermín Olarte, un obrero metalúrgico. Después llegó ‘‘El botín’’ (Madrid, 1929), primera de las novelas editadas por Txalaparta y también de la trilogía sobre la huelga revolucionaria, que traza un retrato de la sociedad vasca en los tiempos de la Primera Guerra Mundial.
TESTIMONIO DE UNA ÉPOCA
A través de los ojos de Antonio Zúñiga, un joven obrero de convicciones socialistas, se revela la dicotomía que asola Bilbo: mientras las industrias florecen gracias al conflicto bélico, las familias obreras se sumergen en la miseria. Zugazagoitia expone la avaricia de una burguesía opulenta que se regodea en banquetes suntuosos y champán, e ignora el abismo en que se encuentra la clase trabajadora.
Entre conflictos laborales y la huelga revolucionaria de 1917, ‘‘El botín’’ ofrece un testimonio de la compleja trama social y política que moldeó el destino del Botxo y sus gentes en aquella agitada época. Aquella huelga, por cierto, motivó su primer encarcelamiento en la prisión de Larrinaga.
Luego llegó ‘‘El asalto’’ (Madrid, 1930), novela histórica del movimiento obrero de las minas de Bizkaia entre 1886 y 1903. En este trabajo, Zuga tiene interés por recuperar momentos y figuras fundacionales del socialismo en un periodo en el que este enfrentaba críticas desde la izquierda comunista. Esta obra vio la luz en mayo, coincidiendo con el Día Internacional de los Trabajadores.
En el prólogo de la novela editada por Txalaparta, Fernando Martínez Rueda, profesor de EHU, expone que en 1930, cuando ‘‘El asalto’’ se publicó por primera vez, «los socialistas albergaban grandes esperanzas de cambio político y social en España». Cae la dictadura de Primo de Rivera que arrastró a la monarquía y se proclama la Segunda República. «Zugazagoitia participó destacadamente en aquel momento de entusiasmo como concejal de Bilbao, como diputado en las Cortes republicanas y como director de ‘‘El Socialista’’», indica.
En 1934, durante su encarcelamiento por su relación con la frustrada revolución de octubre, escribió ‘‘Los trabajos clandestinos’’, que cierra la trilogía de la que se considera precursora de la novela social en el Estado español. El origen de aquella nueva entrada en prisión fue un artículo publicado en ‘‘El Liberal’’ el 25 de enero de 1934, defendió sin ambages «la línea revolucionaria», se declaró «incrédulo de la democracia» y afirmó que el objetivo del proletariado debía ser «la conquista del Poder político».
En la guerra fue ministro de Gobernación y, hasta el final de la contienda, secretario general del Ministerio de Defensa. «En esos años intentó evitar la violencia incontrolada en la retaguardia republicana y humanizar la guerra», apunta el historiador.
Tras el final de la contienda, se exilió con su mujer y sus cinco hijos en París. Sin abandonar la política, Zuga se retiró de la primera línea para dedicarse cada vez más al periodismo y a escribir. «Evitó participar en las luchas intestinas que dividieron al exilio republicano y singularmente al socialismo entre negrinistas y prietista», indica Fernando Martínez Rueda en su trabajo ‘‘Julián Zugazagoitia: Socialista bilbaino, defensor de la República, víctima del franquismo’’.
Con el Ejercito alemán a las puertas de la capital francesa, decide quedarse. «Según dijo, quería ver con sus propios ojos ‘‘uno de los grandes sucesos de la historia de nuestro siglo’’. Su vocación de periodista prevaleció sobre el peligro que corría», señala el historiador, que añade que fue una actitud similar a la que mantuvo ante los asedios de los franquistas a Bilbo y Madrid.
El 27 de julio de 1940 fue detenido por la Gestapo y cuatro días después entregado a la Policía franquista, junto a destacados políticos en el exilio como el president de la Generalitat Lluís Companys. Juzgado en Consejo de Guerra sumarísimo fue condenado a muerte y fusilado el 9 de noviembre de aquel mismo año en Madrid.

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