El lehendakari Imanol Pradales organizó ayer un homenaje en Ajuria Enea a Carlos Garaikoetxea y al primer Gobierno Vasco que constituyó tras la dictadura de Francisco Franco, cuando se cumplían 45 años del traslado oficial de Lehendakaritza al palacio gasteiztarra y la celebración allí del Consejo de Gobierno. Pero fue también algo más. Fue un bonito broche a varias reconciliaciones históricas que se han venido dando en las últimas décadas. Quizá la sutura oficial de dos grandes heridas políticas.

La crónica canónica del acto, en el que además del propio Garaikoetxea fueron reconocidos los tres consejeros que siguen vivos -Pedro Miguel Etxenike, Javier Lasagabaster y Pedro Luis Uriarte- y familiares del resto, la pueden encontrar en NAIZ.

En resumen, Imanol Pradales les agradeció que tras la dictadura y en un momento «disteis la cara sin saber que llevabais la esperanza y la ilusión de todo un pueblo a vuestras espaldas» y en «un país en ruinas» construyeron las sólidas instituciones y estructuras que hoy tenemos. A vosotros os debemos nuestro bienestar» les dijo.

Y Carlos Garaikoetxea, con sus 87 años, afirmó que hoy es un día para «mirar atrás con gratitud, celebrar lo que hemos construido juntos y proyectarnos ante un desafiante futuro con ilusión». Apuntó que con la emoción no era capaz de articular un discurso más extenso pero lo cerró en alto con un «Imanol, suerte, ánimo y al toro». Hay puntos de oratoria y saber hacer discursivo que no se pierden.

La primera herida suturada es la del PNV. Porque no cabe olvidar que si hace 45 años Garaikoetxea llegó a Ajuria Enea, serán 38 de que su propio partido forzara su dimisión, que luego dio lugar a la escisión del PNV y la creación de Eusko Alkartasuna.

Podría decirse que esa brecha se superó en 1990, cuando EA entró a formar parte de un Gobierno de coalición presidido por José Antonio Ardanza o cuando en 1999, Javier Arzalluz y Carlos Garaikoetxea firmaron las candidaturas forales conjuntas. Pero esos acuerdos tenían un innegable punto de conveniencia propia electoral y gubernativa.

El de ayer fue un acto más desinteresado -aunque también de cierto regusto jeltzale- de reconocimiento de aquel legado político inicial común. Tampoco se puede dejar pasar el recuerdo de Garaikoetxea a Luis María Retolaza, que estuvo implicado en el caso de escuchas ilegales al propio lehendakari, aunque formalmente fuera absuelto, resultando condenados tres miembros de su Consejería.

OTRA BRECHA, LA AUTONÓMICA

También hay otra brecha que está ya suturada, la abierta entre los primeros Gobiernos autonómicos y la izquierda abertzale que durante largos años denunció la partición.

Esa herida empezó a quedar atrás cuando Eusko Alkartasuna promovió e impulsó la candidatura de Bildu y en meses posteriores el propio Carlos Garaikoetxea participó en sus actos electorales.

Luego, es cierto, el lehendakari se ha mostrado muy próximo a ese sector de EA que exige más protagonismo de su sigla en EH Bildu, pero sin haber roto con la unidad.

Con motivo del homenaje, Pello Otxandiano, que no pudo acudir por estar enfermo, mostró su «reconocimiento a quienes, hace 45 años, se comprometieron con la construcción de la institucionalidad moderna vasca, así como al lehendakari Garaikoetxea. Aprovechemos esta fecha para poner en valor nuestras capacidades políticas y reivindicar una mayor soberanía».

Y, por cierto, así lo hizo ayer mismo en el acto de Ajuria Enea Pedro Miguel Etxenike.