No me llevo bien con los gurús, tampoco con los líderes, nunca quise ser presidenta o jefa. Si lo he sido, ha sido de manera accidental, qué le vamos a hacer. Sin embargo, hay personas que hacen cosas que admiro, que tienen trayectorias que aportan, esas son las imprescindibles. En el mundo del cine (y más allá), hay mucho de ese trabajo que se considera invisible, a veces se compara, aunque esté mal, con el de los jornaleros. Se trata de profesionales cualificados que trabajan duro durante muchas horas por no demasiado dinero y por temporadas. Pocas veces se habla de ellos y de que sostienen un peso fundamental en las películas y los relatos audiovisuales. Sin embargo, son invisibles y, probablemente, cuando estés en una comida de la cuadrilla, en familia, siempre habrá uno sentado que no sé de importancia y te sorprendas al saber todas las experiencias que ha vivido. Lo hará sin hablarte como si fuera un gurú que mira desde su atalaya. Pero si te encuentras con un gurú, siempre viene bien acordarse de la frase de Billy Wilder: «Normalmente, cuando te encuentras con una persona que parece insignificante y que no llama la atención, se dice: detrás de esa fachada, hay más de lo que parece. En mi caso, sucede lo contrario: detrás de mi apariencia hay menos de lo que parece».