Metidos en el berenjenal político en el que naufragamos, madrugar para ver por la calle Estafeta a individuos haciendo bulto entre cornamentas y acicalados jóvenes cambiando el periódico por un teléfono portátil ayuda a entender que todo evoluciona y como somos demasiados los que leemos la prensa en nuestra computadora, tableta o teléfono, se han confundido y les encantaría inmortalizarse cuando un morlaco le dé un cacharrazo, cornada o pisotón.

Esos toros que corren hoy serán mañana estofados. Los animales de caza mayor que se asesinan en África, ¿sirven para algo más que para satisfacer el ego de los multimillonarios, traficar con sus cuernos o se comen sus carnes? Acaba de aparecer en una lista británica denunciadora de los mayores cazadores de grandes animales y entre ellos aparece un valenciano de noventa y cinco años, de nombre Toni Sánchez-Ariño que asegura con mucho orgullo que ha matado 1.317 elefantes, 340 leones, 167 leopardos, 127 rinocerontes negros y 2.093 búfalos africanos.

Difícil calibrar lo que significan estas escalofriantes cifras, pero se trata de una vida dedicada a esa labor, lo que le ha permitido escribir varios libros sobre el asunto, donde explica que empezó a cazar en África en una época, 1952, en la que «había elefantes por todas partes». Además, asegura que cazó todas las especies de forma legal, ya sea en batidas oficiales para su control o con sus correspondientes licencias, para vender los colmillos o en safaris comerciales, en los que a veces tuvo que acabar con alguna pieza herida por clientes que habían escapado.