Se esperan milagros
El Portal del Cielo es un edificio recién inaugurado en una provincia argentina por el pastor evangélico amigo de Milei, Jorge Ledesma. Tiene capacidad para quince mil personas, lo que significa que es un lugar de culto masivo. Lo curioso es que en la inauguración proclamó que se había podido construir gracias a un milagro. Dios convirtió cien mil pesos argentinos que tenía en una caja de seguridad en un banco en cien mil dólares, multiplicando su valor mil trescientas veces. Añadió que necesitó también otros milagros, sin especificar, para lograr hacer ese templo con nombre bien excitante.
Los milagros siempre les suceden a los creyentes más recalcitrantes, ya sea en un dios verdadero o de una tradición capitalista ancestral. Las herencias a veces son milagrosas, las donaciones anónimas con tono milagroso forman parte de la estructura teológica del neoliberalismo y de los partidos políticos en excitación electoral. Hasta el presidiario Rodrigo Rato pasó a la historia de la infamia como el que realizó el gran milagro económico español que no era otra cosa que un sistema de corrupción institucional en cascada con datos falsos, estadísticas amañadas y fabulaciones en Bolsa para estafar al por mayor de manera universal.
Muchos esperamos milagros. Los juegos de azar rutinarios son esperanzas para alargar la agonía. En la política actual, todos esperan milagros. Unos y otros. Hoy puede ser el gran día de los milagros. El ruido va a ser atronador, insufrible, pero el BOE seguirá en manos del mismo partido. Quizás ese sea el milagro que nos traerán nuevos e imaginativos informes de la UCO.

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