Izena ABIZENA
DE REOJO

Dos infames muy infames

Ver a Donald Trump y Benjamín Netanyahu reunidos tan felices en el despacho oval de la Casa Blanca del Terror, pergeñando genocidios e invasiones al ritmo de sus intereses privados, forma parte de la peor historia de la infamia universal. Que el genocida sionista proponga que se le otorgue el Nobel de la Paz a Trump es deslizarse por las cavernas de la vergüenza política. Lo bueno, lo realmente definitorio para acabar con la hipocresía es que se lo dieran a ambos dos.

El plan de estos dos infames es convertir tras la invasión de la franja de Gaza en territorio israelí, crear un vergonzante campo de refugiados para que malvivan unos cientos de miles de palestinos, provocar un éxodo criminal y empezar a construir en esa zona costera mediterránea en aquello que nos pensamos que era una broma trumpista, un gran resort. Todo ello con luz, taquígrafos, palmeros y jaleadores. Con las instituciones internacionales convertidas en una suerte de acumulación kafkiana de funcionarios obsoletos y sin que nadie pueda respirar con tranquilidad porque han abierto la carta blanca de la impunidad más absoluta.

Ante esta situación tan alarmante y desafiante al orden mundial, ya no son suficientes los gestos y los comunicados, sino que empiezan a ser necesarios los actos, la comunidad internacional debe enfrentarse directamente con esta apología terrorista, atacarles donde más les duela, que es en sus bolsillos multimillonarios y aparcar de una vez la mala conciencia por combatir al sionismo invasor y criminal, porque no es otra cosa que una parte fanatizada del pueblo judío. Hay que repetir lo obvio.