Maria PÉREZ, Rocío HONTORIA, Jennifer GARCÍA*
Trabajadoras del Carme
GAURKOA

Era Gorka Urtaran o era Pinocho...

Si Urtaran fuese la obra de Gepeto, su nariz y sus orejas habrían crecido y crecido de manera descomunal tras la retahíla de mentiras que soltó el pasado miércoles desde el atril del pleno de la Diputación. Nuestro particular Pinocho, ante las protestas de la plantilla del Carme (centro de atención de media estancia para víctimas de violencia machista y sus personas a cargo) por el recorte que pretende imponer en el nuevo pliego de contratación del centro, decía: «El recorte no existe, hay más horas de educadora social y más horas de integradora social, ¿dónde está el recorte? Vamos a incrementar en casi 1.000 las horas de educadora social y en algo más de 1.500 horas las de integradora social».

Las trabajadoras del Carme no somos doctoras en matemáticas, pero los números de las licitaciones no dejan lugar a dudas. Así, en el pliego de 2023 y en el de 2024, el tiempo de prestación mínimo era de 8.464 horas de Educación Social y de 18.560,5 horas de Integración Social. El nuevo pliego recoge un tiempo de prestación mínimo de 4.687 horas de Educación Social y de 10.801,50 horas de Integración Social.

Parece que nuestro Pinocho no fue a clase el día que se enseñaban las sumas y restas, porque no es difícil hacer los números,:hay un recorte de 3.777 horas de Educación Social, lo que equivale a dos jornadas menos de trabajo y de 7.759 horas menos de Integración Social, lo que equivale a cinco jornadas.

Vaya, vaya, si Urtaran fuera obra de Gepeto su nariz hubiera crecido y crecido solo con esta afirmación... Pero no solo le hubiera crecido la nariz, también le hubieran crecido las orejas, al no querer escuchar a la plantilla... Así, afirmaba: «Hay que tener la empatía suficiente como para intentar dar estabilidad a los puestos de trabajo, necesitaríamos mucho más tiempo para hablar de este asunto».

Tiempo para hablar de este asunto y de mostrar empatía ha tenido, ya que el 5 de junio solicitamos una reunión a la que aún no ha respondido, en cambio, el día que denunciamos la situación, nos llamaron de su gabinete para comunicarnos que seríamos reubicadas. Nuestra respuesta fue clara, la reubicación del personal no está en manos de la Diputación, ya que eso depende de las empresas subcontratadas para prestar el servicio. Les trasladamos nuestra preocupación por la precarización del servicio y de la atención a las mujeres atendidas en el centro, pero nos dijeron que no nos llamaban para hablar de eso.

En su intento de silenciarnos y desacreditarnos, el señor Urtaran sí dijo dos verdades, ya que su torpeza le llevó a afirmar lo siguiente: «Hay una queja por una duda con la subrogación, hay un miedo de a ver si habrá subrogación o no en toda esta reorganización, la preocupación es si en esta reorganización seguiré trabajando yo o no, porque no sé si me van a subrogar o no».

La subrogación laboral ocurre cuando un centro de trabajo cambia de titular, y el nuevo empresario asume las relaciones laborales con las trabajadoras de la empresa anterior, manteniendo los puestos de trabajo, condiciones laborales y antigüedad de la plantilla.

Por tanto, nuestro Pinocho particular reconoció lo que venimos denunciando desde que el pliego fuera publicado, aceptó que lo que tenemos encima de la mesa son siete despidos. También reconoció abiertamente que, del año 2023 a ahora, se ha recortado una plaza de atención en Carme, y que esta no se recupera en la nueva licitación.

Cuando el señor Urtaran afirma que las trabajadoras del Carme mentimos, no solo desacredita nuestra labor, sino que revela una actitud profundamente paternalista. Dirigiéndose a nosotras de forma condescendiente, no borra la realidad que vivimos ni el conocimiento que tenemos. Queremos recordarle que las mujeres sí estamos informadas, sí entendemos lo que sucede y sí hablamos con fundamento.

No vamos a permitir que se nos minusvalore y se pongan en duda nuestras intenciones. Somos profesionales cualificadas con años de experiencia y merecemos ser tenidas en cuenta, ya que nosotras somos el día a día que sostiene los centros de acogida.

Trabajamos desde una perspectiva feminista que nos ha llevado a denunciar la situación. No somos mercenarias de la institución ni vamos a aceptar que se precaricen los servicios, entendiendo que esto conlleva el deterioro de la atención a las mujeres y menores a su cargo. Sabemos de primera mano las necesidades que tienen, el impacto que supondría en sus itinerarios de recuperación y que haría imposible continuar prestando el acompañamiento intenso que requieren debido a su situación de alta vulnerabilidad y riesgo. Esto solo se puede llevar a cabo a través de la intervención profesional y cercana que venimos realizando. Si nosotras, el personal, no está, ¿qué clase de atención van a recibir?

Si no existiesen recortes, si fuésemos reubicadas, si los servicios contasen con personal suficiente tal y como Urtaran afirma, ¿qué motivación tendríamos para denunciar la situación?

El pasado miércoles, cerca de 150 personas nos movilizamos para alzar la voz y decir alto y claro que no vamos a tolerar ningún tipo de recorte en la atención a las víctimas de violencia machista. Agradecemos a todos los colectivos, sindicatos, compañeras y personas que, a modo individual, se acercaron a arroparnos y mostraron su compromiso real en la lucha contra la violencia hacia las mujeres.

A nuestro particular Pinocho más le valdría dejar de mentir y manipular y escuchar de una vez por todas a las trabajadoras, que no necesitan empatía, sino responsabilidad y respeto por su trabajo y una apuesta política real contra la violencia machista.

¡Menos discursos y más recursos, señor Urtaran!

*Firman también Idoya López de Armentia, Yaneris Natividad Pérez, Adriana Polanco, Arrate Larreina, Arantxa Fuentes, Janoa Díez, Verónica Jiménez, Izaskun Díaz de Garayo, Maitane Mélida, Lidia Viana, Aitziber Salgado, Sara Luso, Jennifer Arin y Dorleta Pumar, trabajadoras del Carme.