Existen cálculos nefríticos, biliares y de otros muchos localizados en lugares estratégicos para el tráfico de fluidos corporales, pero ahora en la política española se están haciendo fuertes los cálculos demoscópicos que pueden calificarse sin pudor como inmorales. Meter a los suegros y las suegras en el argumentario descalificador en política es un atraso considerable en todos los sentidos, convierte el parlamentarismo en una versión indecente de los programas del corazón y el salchichón, pero que Feijóo intente combatir unas fotos y unas relaciones con un narcotraficante muy conocido en Galicia en las que aparece él, no su suegro, con un supuesto pasado del fallecido suegro de Pedro Sánchez como una especie de proxeneta por administrar saunas, es un error estratégico gravísimo, una vergüenza, un desastre moral fáctico para todo el arco parlamentario y para la sociedad en general.

Las saunas no están prohibidas y los prostíbulos o casas de putas son una institución literaria y social que conforma una manera de hacer política y de ostentar el poder económico. Nadie me ha preguntado, pero como lo de prohibir no acaba de formar parte de mi equilibrio hormonal, el abolicionismo de la prostitución me parece un alumbramiento moralista. Pero ahora se apunta el cinismo de la extrema derecha bicéfala a la caza de un muerto acusándole, sin pruebas, de patrocinio de la prostitución, y todo ello para meter por medio la migración y deteriorar al Gobierno actual. Y las personas prostituidas de manera asidua no parecen tener voz ni voto en toda esta mierda de politiqueo de baja estofa.