El planeta se calienta el doble de rápido que en los años 80
La temperatura global, el nivel del mar, los fenómenos extremos, la emisión de gases de efecto invernadero... casi todos los factores vinculados a la crisis climática están yendo a peor en los últimos años, según constata un informe realizado por unos sesenta científicos internacionales.

El ritmo del calentamiento global entre 2012 y 2024 fue aproximadamente el doble que en la década de 1980, según los “Indicadores del Cambio Climático Global” -IGCC, por sus siglas en inglés-, que ofrecen una fotografía del estado del sistema climático y que en su última actualización constatan que los parámetros vinculados al mismo no paran de batir récords.
Así, el estudio concluye por ejemplo que las actividades humanas han provocado la emisión a la atmósfera de una media anual equivalente a unos 53.000 millones de toneladas de CO2 durante la última década, principalmente por la quema de combustibles fósiles, y que en 2024 el aumento observado de la temperatura de la superficie del planeta con respecto a los niveles preindustriales fue de 1,52 grados centígrados, de los cuales 1,36°C pueden atribuirse a la actividad humana.
Y aunque alcanzar 1,5°C de aumento de la temperatura global en un solo año no es lo mismo que un calentamiento a largo plazo de 1,5°C, el límite fijado en el Acuerdo de París -fenómenos como El Niño influyeron el año pasado-, estos resultados reafirman que no se está avanzando en la dirección correcta, o no al menos a la velocidad requerida. Piers Forster, director del Priestley Centre for Climate Futures de la Universidad de Leeds y autor principal del estudio, destacaba hace unos días en la web del Potsdam Institute for Climate Impact Research (PIK) que «las temperaturas han aumentado año tras año desde el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) en 2021, lo que pone de manifiesto cómo las políticas climáticas no están siguiendo el ritmo adecuado».
Lo cierto es que los cambios se están produciendo muy rápido, y mientras se prepara el Séptimo Informe de Evaluación (AR7) del IPCC, ante la necesidad de disponer de datos actualizados que sirvan de base para la toma de decisiones, hace unos años empezó a publicarse el IGCC, que complementa otros informes anuales como el del Bulletin of the American Meteorological Society (BAMS) y el de la Organización Meteorologica Mundial (OMM).
En esta caso, más de sesenta científicos y científicas han participado en un análisis que toma en cuenta factores como las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y de contaminantes climáticos de vida corta; las concentraciones de GEI; el desequilibrio energético de la Tierra; los cambios en la temperatura de la superficie terrestre; el calentamiento atribuido a actividades humanas; el presupuesto de carbono remanente; y las estimaciones de temperaturas extremas globales. Y este año se han incluido además indicadores de la subida del nivel del mar y de los cambios en las precipitaciones terrestres.
Y junto al dato que encabeza este reportaje, destacado también en la reseña del PIK, centro de referencia sobre la crisis climática, hay otros igualmente llamativos y preocupantes en el corto plazo.
«A UN RITMO SIN PRECEDENTES»
Respecto a la temperatura global, el informe indica que el calentamiento observado en el decenio 2015-2024 en relación con el periodo 1850-1900 fue de 1,24°C de media, de los cuales 1,22 grados fueron inducidos por el ser humano. Esto supone un aumento de 0,15°C en un plazo de 4 años con respecto al valor 2011-2020 notificado en el IE6.
En esa misma década entre 2015 y 2024, que fue 0,31°C más cálida que la anterior, el calentamiento inducido por la acción humana «aumentó a un ritmo sin precedentes en el registro», alcanzando los 0,27°C.
Los autores concretan que las temperaturas terrestres aumentaron en 1,79°C desde 1850-1900 hasta la década 2015-2024 y las oceánicas en 1,02°C durante el mismo periodo, «lo que implica que la mayoría de las zonas terrestres ya han experimentado más de 1,5°C de calentamiento desde el periodo 1850-1900».
Respecto a la altísima temperatura en superficie observada el año pasado, esos 1,52°C, los autores matizan que «aún puede considerarse un año típico, teniendo en cuenta el nivel de calentamiento inducido por el ser humano y el estado de la variabilidad interna asociada a la fase de El Niño y a la variabilidad atlántica». Señalan asimismo que 2023 ya había establecido un récord de cambio de la temperatura media anual en superficie, con una estimación de 1,44°C, superando a 2016 en 0,16°C, pero 2024 fue aún más caluroso.
En el trabajo se recuerda que el AR6 llegó a la conclusión de que, promediado para el periodo 2010-2019, «prácticamente todo el cambio observado de la temperatura global en superficie fue inducido por el ser humano, con una contribución insignificante de los impulsores solares y volcánicos y de la variabilidad climática interna». Esta conclusión, añaden, sigue siendo válida para el periodo 2015-2024.
DESEQUILIBRIO ENERGÉTICO
Por supuesto, cuando se habla del calentamiento inducido por el ser humano los gases de efecto invernadero juegan un papel prominente, y a este respecto, además de cifrar en 53.000 millones las toneladas anuales de CO2 emitidas entre 2014 y 2023, el informe destaca que las emisiones han aumentado constantemente desde la década de 1970 en todos los principales grupos de GEI, impulsadas principalmente por el aumento de las emisiones de CO2 procedentes de los combustibles fósiles y la industria, pero también por el aumento de las emisiones de CH4 y N2O. Añade que las emisiones de gases fluorados citados en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) han crecido más rápidamente que las de otros GEI, pero a partir de niveles bajos.
William Lamb, científico del PIK y uno de los responsables de este estudio, recuerda en la web del Instituto que «mientras no cambiemos el suministro de energía hacia tecnologías renovables y lim- pias, y las prácticas de uso del suelo hacia métodos sostenibles, las concentraciones atmosféricas de GEI seguirán creciendo».
El IGCC analiza, asimismo, el desequilibrio energético terrestre (Earth energy imbalance, EEI), que proporciona una medida del excedente acumulado de energía en el sistema climático y es, por tanto, un indicador esencial para vigilar el estado actual y futuro del calentamiento global.
Explica, al respecto, que «desde al menos 1970 se ha producido un desequilibrio persistente en los flujos de energía que ha provocado un exceso de energía absorbida por el sistema climático», y añade que «los cambios en el inventario global de calor de la Tierra asociados a la EEI están dominados por los cambios en el contenido global de calor de los océanos (OHC), que ha representado alrededor del 90% del calentamiento global desde esa década».
Los autores indican que «el aumento observado en la EEI en las últimas dos décadas está contribuyendo a impulsar unas condiciones excepcionalmente cálidas», y añaden que «en nuestro análisis actualizado encontramos aumentos sucesivos en el EEI para cada período de veinte años desde 1975, con un valor estimado de 0,43 vatios por metro cuadrado (W/m2) durante 1975-1994, que se duplicó con creces a 0,89 W/m2 durante 2005-2024».
Agregan que «hay algunas pruebas de que la señal de calentamiento se está propagando hacia el océano más profundo con el tiempo, como se observa por un aumento robusto en el calentamiento del océano en la capa de profundidad de 700-2.000 metros desde la década de 1990», y concretan que «más de la mitad del aumento del OHC desde finales del siglo XIX se produce después de la década de 1990».
ESTAMOS EN UNA «DÉCADA CRÍTICA»
Los fenómenos meteorológicos extremos son algunos de los efectos más visibles del cambio climático inducido por el ser humano, y como tales son abordados en este estudio. En concreto, las temperaturas máximas medias terrestres para cualquier día del año (TXx). La TXx se calcula promediando la temperatura máxima anual en todos los puntos terrestres (excluida la Antártida) y convirtiéndola después en anomalías respecto a un periodo base, y según afirman los autores «a partir de 1980 aproximadamente todos los conjuntos de datos apuntan a un fuerte aumento de TXx». Detallan que se ha calentado 0,49°C en los últimos diez años (comparando las décadas 2015-2024 con 2005-2014) y 1,90°C respecto a las condiciones preindustriales.
Otro elemento abordado en el informe es la subida media mundial del nivel del mar, que se debe principalmente a la expansión térmica a medida que se calienta el océano y los aumentos de la masa oceánica asociados a la adición de agua de depósitos terrestres, incluidos los glaciares y las capas de hielo. Explica que solo en el periodo 2019-2024 el nivel medio del mar aumentó 26,1 mm (unos 4,35 mm al año), y estima un incremento total de 228 mm para el periodo 1901-2024, lo que se traduce en una tasa media de 1,85 mm por año. Estos datos indican una aceleración continua de la subida en el nivel del mar.
A modo de conclusión, el IGCC advierte de que estamos en «una década crítica», pues «las tasas de calentamiento global inducido por el ser humano se hallan en su nivel histórico más alto, y podría esperarse que el calentamiento global de 1,5°C se alcance o supere en unos 5 años».
Como contrapunto, señala que esta es también «la década en la que cabría esperar que las emisiones de GEI alcancen su punto máximo y empiecen a disminuir», y destaca que «una disminución rápida y rigurosa de las emisiones de GEI, como la comprometida en la COP28, podría reducir a la mitad las tasas de calentamiento en los próximos 20 años». Pero eso dependerá, insiste, de las «decisiones sociales» que se tomen durante estos años.

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