Las previsiones estaban en lo cierto. España e Inglaterra disputarán hoy en Basilea (18.00) la final de la Eurocopa. Un nuevo asalto de una rivalidad que ya es histórica porque ambas se enfrentaron también en la final del último Mundial. El triunfo fue entonces, por la mínima pero con clara superioridad, para España. Después, el equipo rojigualdo se hizo con la Nations League; un año antes, las Lionesses se habían adjudicado la Eurocopa. Junto a Estados Unidos, son las tres grandes selecciones del panorama mundial en la actualidad.

Los enfrentamientos más cercanos no despejan muchas dudas. Rivales en el mismo grupo de la Nations League, España ha repetido billete a la fase final por encima de Inglaterra pero los duelos directos se han repartido: el equipo de Sarina Wiegman ganó en Wembley (1-0) gracias a su gran trabajo defensivo y un gol de Jess Park y el de Montse Tomé se impuso en Cornellà (2-1), remontando el gol inicial de Russo con un espectacular doblete de Claudia Pina.

El camino a la final de esta Eurocopa ha arrojado algo más de luz. España es la única selección que ha ganado todos sus partidos aunque le ha costado más contra los rivales más exigentes, Italia en la fase de grupos y sobre todo Alemania en semifinales. Necesitó que Bonmatí aprovechara el único de Berger para marcar en una magnífica acción y que Coll salvara bajo palos el gol rival en el descuento de los noventa y con el marcador todavía a cero.

Inglaterra se debe sentir como si tuviera que resolver el Tour de Flandes al sprint tras más de 200 kilómetros repletos de muros. Sucumbió contra Francia, se lució contra Países Bajos y disfrutó con Gales en la fase de grupos, antes de dos eliminatorias no aptas para cardíacos. Con Suecia perdía de dos en el minuto 78 y acabó clasificándose en una inadjetivable tanda de penaltis. Con Italia perdía por la mínima en el 95 y acabó volteando en la prórroga con un penalti, como mínimo, discutible.

Es una selección que sufre en defensa, sobre todo por su flanco izquierdo, pero con un ataque temible y la aportación decisiva del banquillo. España es una versión mejorada: su punto flaco también está atrás, sobre todo con los balones a la espalda, pero tiene el mejor centro del campo del mundo con Guijarro, Bonmatí y Alexia, y una capacidad ofensiva sin igual.

Una final cien por cien femenina por cuarta vez

La de Basilea es la quinta final consecutiva en un gran torneo para Sarina Wiegman, que con Países Bajos se proclamó campeona de Europa (2017) y se colgó la plata mundial contra Estados Unidos (2019) y con Inglaterra conquistó la Eurocopa de 2022 y repitió plata un año después contra España.

La neerlandesa aspira hoy a ganar su tercer título continental, algo que solo ha logrado la alemana Tina Theun. También lo hizo en tres ediciones consecutivas (97, 2001 y 2005), todas ellas al frente de Alemania. Las dos posteriores fueron para su compatriota Silvia Neid, con las que la selección alemana logró sus últimos títulos. Después, comenzó la era Wiegman.

Hasta 1995, los hombres monopolizaron los títulos pero desde que se disputa bajo el actual formato, con fase de grupos y eliminatorias, son siete Eurocopas consecutivas ganadas por seleccionadoras. La octava prolongará la racha porque en el otro banquillo se sienta Montse Tomé, con un palmarés más reducido que el de Wiegman aunque ganó la Nations League el año pasado.

Será, además, la cuarta final con mujeres al frente de los dos banquillos: en 2009 la Alemania de Silvia Neid se impuso a la Inglaterra de Hope Powell, en 2013 repitió Neid derrotando a la Suecia de Pia Sundhague y en 2022, la Inglaterra de Wiegman derrotó a la Alemania de Martina Voss Tecklenburg. A.U.L.