Oihane LARRETXEA
ciudades destruidas por la guerra

Sarajevo, resistencia y resiliencia frente al sitio

Las guerras son muerte, destrucción y dolor. Pero son también escenarios dantescos de los que se pueden extraer conclusiones y lecciones interesantes. de todo ello hablaron en Donostia varias ciudades europeas que fueron sitiadas, ofreciendo relatos constructivos.

Las guerras son muerte, destrucción y dolor. Infiernos a ras de suelo. No obstante, hasta en la oscuridad más absoluta hay siempre algo de luz. Esa luz son las lecciones que pueden extraerse de las situaciones tan extremas que ocurren en los conflictos bélicos. En el marco del bicentenario de la quema y destrucción de Donostia, ciudades como Dresden, Sarajevo, Milano, Gernika, Granollers y Madrid, todas ellas destruidas en conflictos europeos ocurridos en los últimos dos siglos, se citaron en la capital guipuzcoana para exponer sus experiencias y las conclusiones que han obtenido de ellas. La iniciativa trataba de impulsar una reflexión sobre la superación de la guerra, facilitando el diálogo entre la sociedad civil y las instituciones, destacando, a su vez, la importancia de la educación en valores para impulsar y alcanzar una cultura de paz.

El sitio de Sarajevo, durante la guerra de Bosnia entre 1992 y 1995, dejó más de 10.000 civiles muertos y más de 56.000 heridos. Manuel Vila conoce lo que allí se vivió tanto durante el conflicto como durante la reconstrucción de la ciudad. Ha participado e impulsado -hoy en día sigue haciéndolo- infinidad de proyectos de cooperación y recuperación de Sarajevo. Este «Ciudadano de honor» de la capital bosnia, se reunió con GARA en los momentos previos a su intervención en el Kursaal. Un café caliente, papel y bolígrafo.

Agudizar el ingenio

Vila ensalza la capacidad de reacción que tuvo la comunidad de Sarajevo, que resistió a 1.395 días de sitio. Serbia y Croacia no la querían en el mapa. Fue muy agresivo, acorralaron a su población, dejándola sin agua ni luz a las puertas del siglo XXI y en pleno corazón de Europa. ¿Cómo sobrevivir a eso? La herramienta fue, sobre todo, la cultura, que «les ayudó a mantener viva la conciencia de tener que resistir». No es casualidad que la plaza principal de la capital lleve el nombre de la intelectual Susan Sontag. Vila cuenta cómo entró al epicentro del sitio a representar la obra de teatro «Esperando a Godot» -Godot nunca llegó-. «Era una manera de pedir una solución, la atención de la comunidad internacional. Igual que ocurre en Siria; se espera, pero no llega».

En plena guerra también se llegó a celebrar el certamen de Miss Sarajevo. La cita tuvo carácter reivindicativo porque, además de ser una manera de pedir un estado propio, las chicas desplegaron un cartel de denuncia: «Don't let them kill us» (no les dejéis que nos maten).

El papel de las mujeres y su sabiduría en la vida cotidiana «fue esencial», porque con lo poco que llegaba al país gracias a la ayuda humanitaria cocinaban alimentos, cuidaban semillas, obtenían la energía con bicicletas estáticas... «El ingenio se agudiza, indudablemente, y esto te ayuda a seguir adelante». De hecho, Vila recuerda cómo fueron festejados los mil días de guerra. «Lo celebraron, insisto, celebraron el hecho de que fueron capaces de resistir tanto tiempo».

Sobre los escenarios de guerra que se dan en el mundo no cree que haya puntos en común, y subraya la particularidad de cada caso, pero sí destaca el valor práctico que puede tener la sabiduría popular que se dio en Sarajevo y poder aprovecharlo. En este punto cita la palabra resiliencia, esto es, la capacidad del ser humano de superar el dolor. «Creo que una de las lecciones que nos dejó esta guerra es que se puede superar un episodio tan terrible y salir incluso reforzado. En Sarajevo no faltó ni un solo día el periódico «Oslobodenje», aunque a veces fuera una sola página; ni la cerveza, ni el tabaco». Y el periódico no hablaba de guerra, hablaba de lo que ocurría `fuera', porque era una ventana al mundo.

Cree que ahora lo más importante es que en Sarajevo se ha puesto de acuerdo un Consorcio de entidades creativas, de resistencia y de derechos humanos para hacer un único museo memorial que recuerde lo que se aprendió durante el sitio.